Fatima Aatar

El combate estricto contra el sexismo puede tener efectos perversos. Puede contribuir a reforzar la dominación masculina blanca sobre los hombres indígenas. En efecto, el patriarcado racista blanco hace mucho que entendió que le sería beneficioso combatir el patriarcado de los hombres de color. (Bouteldja, 2013).

Ya son numerosas las veces que leo críticas de compañeras musulmanas hacía sus hermanos los “moros»[1]. Una crítica legítima en muchos casos pero cuyo espacio y formas pueden producir un efecto contraproducente contra nosotras y contra ellos. Por eso intento hacer una reflexión sobre ello, ya que yo también he estado en esa misma situación y, por lo tanto, entiendo la crítica e intento buscar un punto intermedio en el que poder negociar los espacios de poder con mis hermanos.

Alicia Murillo (2017) escribía recientemente en su blog, en un intento de explicar las causas que habían llevado a los supuestos responsables del atentado de Barcelona y Cambrils, que si estos jóvenes habían cometido tal atentado no era por su posición de oprimidos sino al contrario, es decir, por su posición de privilegio, posición que les había permitido llevarlo a cabo. A priori su hipótesis parece coherente, sobre todo porque señalar a la parte vulnerable acaba criminalizando a las clases populares o el bando oprimido, mientras que la historia nos muestra que los perpetradores de la violencia son los que tienen y mantienen el poder. Sin embargo, si nos paramos a pensar en estos jóvenes es difícil hallar sus privilegios, no solamente porque un niño, aun habiendo asesinado a más de una decena de personas inocentes, siempre parecerá una víctima, como decía Santiago Alba Rico (2017), sino porque estos niños racializados habrán aguantado el racismo institucional y social desde el día que salieron de su casa. No trato de justificar sus actos, sino que trato de recuperar la variable racial por encima de la variable de género, pues en el contexto en el que se da pesa más la primera que la segunda y a veces señalamos su privilegio de género cuando no opera, opera poco u opera en detrimento de ellos.

¿Por qué digo que el privilegio de género puede operar en detrimento de los hombres racializados? Hay diversas razones, así que vamos por partes y vamos a limitarlo a los “moros”, aunque en algunos casos podríamos hacerlo extensivo a todos los otros.

Se ha hablado mucho de islamofobia de género, y más ante la evidencia que muestran las estadísticas. El último informe de la Plataforma Ciudadana Contra la Islamofobia recogía que el 14,40% de los incidentes eran contra las mujeres (Plataforma Ciudadana Contra la Islamofobia, 2017). Sin embargo, poco se habla de la otra islamofobia de género que es más sutil, más cotidiana y que puede tener un impacto más grande. Me refiero a aquella islamofobia de género que criminaliza al “islam” de machista y sexista y que recae más fuertemente en los hombres musulmanes, ya que las mujeres musulmanas son “víctimas”. En otras palabras: mientras que las mujeres son la parte pasiva que recibe las consecuencias del machismo “inherente” al islam, los hombres son los perpetradores de ese machismo. Esto produce que a las mujeres se las intente salvar, se las trate de forma paternalista y puedan ser intervenidas, es decir, se las puede integrar, mientras que a los hombres se les tiene que combatir ya que como hombres y musulmanes se convierten en el enemigo interno inasimilable. A modo de ejemplo, suelo presumir de que he sido la primera de mis hermanos en llegar a la universidad, lo que normalmente suelo omitir es que a mí se me ofreció una mano amiga en mis momentos de adolescencia en el instituto mientras que a mis hermanos, especialmente a uno de ellos mucho más inteligente y apañado que yo, se le criminalizó hasta la saciedad. Esa mirada social de la que habla Fatiha El Mouali acaba minando en la vida de los jóvenes y, en consecuencia, encontramos que las mujeres musulmanas son mayoría en las universidades mientras que los hombres son minoría.

Toda la retórica del homonacionalismo y el purplewashing contribuyen a construir unos sujetos expulsables de la Europa fortaleza y civilizada o, como diría Brigitte Vasallo (2016), no es que de repente Europa se haya convertido en feminista y LGTBfriendly, sino que sigue siendo igual de racista que siempre. Y cuando hablamos de sujetos expulsables nos referimos a ello literalmente, tal y como lo corrobora la denegación de asilo político a dos saharauis por “homofobia” aludiendo al argumento de que “en España no se admiten discriminaciones por ser mujer, homosexual, musulmán o cristiano, entre otras” (Europa Press, 2017).

¿Y cómo se construyen esos sujetos inasimilables y expulsables? Aquí no podemos abordar todos los mecanismos y tampoco es el objetivo, ya que haría falta una investigación mucho más a fondo, pero podemos señalar uno de esos mecanismos que está relacionado con las narrativas de quienes sostienen el poder.

Sirin Aldbi Sibai comenta en una entrevista, citando a Mohanty, que uno de los logros del feminismo colonial es que su insistencia en la subordinación de esas otras mujeres produce un efecto boomerang, ya que la imagen que devuelve el espejo es el de una mujer liberada. Sin embargo, la idea de la subordinación de las mujeres del Tercer Mundo no es tanto una realidad empírica sino más bien una narrativa occidental promovida por los gobernantes, intelectuales y medios de comunicación a través de la selección de clichés (Rico, 2015). Cuando se nos bombardea continuamente con un mismo mensaje, acabamos interiorizando ese mensaje; incluso nosotras, que acabamos arremetiendo contra nuestros hermanos y cediendo ante este discurso colonial.

“Los musulmanes son terroristas”. Vemos las noticias y todos son musulmanes terroristas, miramos una serie y todos son musulmanes terroristas, etc. Ya no hablamos de hombres musulmanes potencialmente terroristas, sino de terroristas esperando el momento para atacar.

Y lo que es aún más cínico es cuando se instrumentalizan los discursos y las luchas de las mujeres musulmanas como “prueba” de que ese machismo es real. Así lo explicaba hace unos meses la investigadora decolonial Salma Amzian:

“El aparente interés mediático por las mujeres y las cuestiones que se pretenden presentar como ‘verdaderas preocupaciones de las mujeres musulmanas’ son una instrumentalización de las propias mujeres que sirve para seguir ejerciendo violencia contra las comunidades.

Este imaginario en el que el moro es presentado como enemigo natural de las mujeres musulmanas es reforzado a través de algunos discursos contra la islamofobia de género.” (2017).

De ahí la importancia de saber escoger los lugares y las formas a la hora de hacer una crítica contra nuestras comunidades, ya que si “los blancos” nos aplauden es porque de alguna manera les está beneficiando. Nuestra crítica es legítima y necesaria, pero como diría Helios F. Garcés “la crítica interna nunca debe hacerse en espacios payos.”

A veces nos llenamos la boca con la importancia de crear alianzas con las feministas blancas, olvidando otras alianzas potenciales que, desde el eje racial, nos permitirían articular con nuestros hermanos unas luchas indispensables, evitar romper lazos comunitarios y ser una oposición real al sistema, como demuestra el Partido de los Indígenas de la República en Francia.
/publicado en Alkalima, 3 de septiembre de 2017

Fatima Aatar El Achouch, antropóloga de formación y activista antirracista de uMMA (Movimiento Moro Antirracista).

[1]“Moros”, me refiero a la concepción occidental de los musulmanes, es decir, todos aquellos hombres que son leídos como musulmanes y que, en consecuencia, se les aplican todos los clichés asociados a ellos.
Bibliografía
Amzian, S. (2017). Es mora PERO es moderna. Desde El Margen, págs. http://desde-elmargen.net/es-mora-pero-es-moderna/.
Bouteldja, H. (2013). Raza, clase y género: la interseccionalidad, entre la realidad social y los límites políticos. Francia: http://indigenes-republique.fr/raza-clase-y-genero-la-interseccionalidad-entre-la-realidad-social-y-los-limites-politicos/.
Europa Press. (01 de Septiembre de 2017). Entidades LGTB apoyan que se denegara el asilo a dos saharauis por su compartamiento homófobo. La Vanguardia, págs. http://www.lavanguardia.com/local/madrid/20170901/43960018933/entidades-lgtb-apoyan-que-se-denegara-el-asilo-a-dos-saharauis-por-su-comportamiento-homofobo.html.
Murillo, A. (22 de Agosto de 2017). Ni ser marginado ni ser musulmán te hacen ser terrorista. Obtenido de aliciamurillo.com/blog: https://aliciamurillo.com/2017/08/22/ni-ser-marginado-ni-ser-musulman-te-hacen-ser-terrorista/
Plataforma Ciudadana Contra la Islamofobia. (Febrero de 2017). Informe Anual Islamofobia en España 2016. Obtenido de http://plataformaciudadanacontralaislamofobia.org/wp-content/uploads/2017/04/Informe-sobre-la-islamofobia-en-Espa%C3%B1a-2016.pdf
Rico, S. A. (2015). Islamofobia. Nosotros, los otros, el miedo. Barcelona: Icaria.
Rico, S. A. (24 de Agosto de 2017). Salvar la vida también a los asesinos. CuartoPoder, págs. https://www.cuartopoder.es/ideas/opinion/2017/08/24/sistema-de-justicia-salvar-la-vida-tambien-a-los-asesinos/.
Vasallo, B. (8 de Enero de 2016). Vienen a violar a nuestras mujeres. Píkara, págs. http://www.pikaramagazine.com/2016/01/vienen-a-violar-a-nuestras-mujeres/#.