Celenis Rodríguez Moreno

Desde que Aníbal Quijano acuñó la categoría Colonialidad del Poder a comienzos de los años noventa, se han producido muchos trabajos que han ampliado y profundizado las temáticas que derivan de esta idea: Colonialidad del Saber, Colonialidad del Ser, Biocolonialidad del Poder, Colonialidad de la Democracia y por supuesto Colonialidad de Género. Esta última categoría ha resultado determinante para revisar las relaciones sociales, los regímenes corporales y de deseo, pre intrusión, más allá de las lógicas patriarcales y heterocentricas occidentales (Lugones, 2008) (Segato, 2010). Sin embargo, es el trabajo de María Lugones el que va a cuestionar e incluso negar la existencia de género y de un orden heteronormativo entre las comunidades pre colombinas, y va a insistir en la idea de la imposición de un sistema moderno colonial de género que producirá los cuerpos y las subjetividades indígenas y también negras a (casi) imagen y semejanza de los varones y mujeres blancas y heterosexuales. De esta manera las feministas decoloniales abrieron un gran campo de debate que se ha ido enriqueciendo con nuevas discusiones, enfoques y temáticas, que exploran las prácticas y las ideas en torno a la sexualidad, las identidades de género, las estéticas corporales, el placer, las formas del deseo y los afectos desde un locus de enunciación situado. Es en este gran debate que se inscribe el libro “Andar Erótico Decolonial” que con sus siete artículos pretende sistematizar lo que se podría denominar como una nueva área de los estudios decoloniales: la Colonialidad del Deseo o Colonialidad del Placer, término que ya ha sido utilizado por Víctor Manuel Rodríguez.

“Andar Erótico Decolonial” compilado por Raúl Moarquech Ferrera-Balanquet inicia, de una manera provocadora, con un corto prefacio de Walter Mignolo sobre el desprendimiento, expresión que da nombre a la serie pero que también explica los objetivos político-epistémicos de crear conocimiento decolonial, ese que se desprende, se separa, o eso pretende, de los marcos de comprensión y explicación occidental. En el caso de este volumen hay un desprendimiento con respecto a los saberes eurocentrados sobre la sexualidad y el erotismo, este desprendimiento supone “que ya conocemos lo suficiente de la colonialidad del poder como para largarnos a andar y a ejercitar modos de/descoloniales de ser, de estar en el mundo, de hacer-el “andar es ya caminar la senda de la descolonialidad” (pag12).

La estructura del libro está compuesta por siete artículos. El primero titulado “El futuro ya fue: una crítica a la idea del progreso en las narrativas de liberación sexo-genéricas y queer identitarias en Abya Yala” es de la autoría de la feminista descolonial afrocaribeña, Yuderkys Espinosa Miñoso, quien hace una revisión de la manera como se ha producido conocimiento sobre la sexualidad en América Latina de manera dependiente de los enfoques teóricos eurocéntricos-Teoría Queer, Feminismo Pos estructuralista- . Lo que implicó la marginalización de otras epistemes, de otros modos de comprender el afecto, el deseo y la sexualidad, pero también la reducción y homogeneización de las experiencias sexo-afectivas locales y regionales a las etiquetas construidas a imagen y semejanza de la experiencia blanca europea. Lo que descubre la ontologización del sujeto de la disidencia sexual/blanco/burgués, el sujeto que hará estallar el heteropatriarcado, en un relato que parece decirnos que el progreso y la emancipación solo son posibles a través de la occidentalización de la vida y la sexualidad.

Para poner en evidencia este ejercicio de colonialidad del saber, Espinosa revisa la bibliografía producida y traducida, en Argentina, Chile, Brasil y México desde finales de la década del noventa, los años del giro Post estructuralista y la Teoría Queer en América Latina. La crítica abierta por Espinosa va acompañada por una invitación a construir una genealogía de las prácticas sexo-afectivas y de los modos de sentipensar el cuerpo, los sentidos y los afectos que se resisten a los moldes eurocentrados, y es esto lo que intentan hacer los trabajos de Raúl Moarquech Ferrera y Daniel Brittany Chávez.

El ensayo de Ferrera titulado “Navegar rutas decoloniales rumbo a relatos de origen karibeños” recoge la experiencia sentipensante del sujeto exiliado no solo de la nación heteronormativa patriarcal socialista sino también autoexiliado de las epistemes occidentales. La ruta que emprende va al encuentro de lo erótico decolonial “Erótico decolonial no es sexualidad, ni la preferencia, pero la sexualidad y la preferencia están integradas al poder erótico decolonial, el cual está relacionado con el sentir, el pensar irracional y el hacer de todos los ámbitos de la expresión subjetiva y social, no solo en el sentir y/o expresión sexual” (47).

Para ello pone en dialogo los saberes y experiencias de las culturas taínas, mayas, incas y africanas instaladas en el Caribe, que no se limitan a lo que conocemos como sexualidad y género sino que abarcan las cosmogonías, las prácticas de siembra, la vestimenta, las prácticas de cuidado y por supuesto el sentipensamiento de la comunidad. Ferrera Balanquet hace vislumbrar entonces una pulsión erótica ancestral difícil de reconocer con los instrumentos de análisis de la ciencia de occidente.

Este texto es también el reflejo de la frustración de un activista y pensador de la disidencia sexual del “tercer mundo” con la teoría queer, a la que considera incapaz de autocrítica con respecto a su sesgo masculinista blanco eurocentrado y a la que poco parece interesarle las críticas planteadas por el feminismo y por los grupos racializados. Además, sostiene, a través de la teoría queer es imposible expresar las experiencias, el cuerpo, los sentidos y el imaginario erótico de las comunidades subalternizadas, ya que reduce la comprensión de lo erótico a la sexualidad individualizada y al realismo visual de occidente. Las rutas eróticas que propone Ferrera son las de un imaginario erótico decolonial, la del poder erótico que libera los cuerpos y sentires ininteligibles incluso para los autodenominados “monstruos”.

Por su parte, el ensayo de Daniel Brittany Chávez “Devenir performerx: hacia una erótica soberana descolonial Niizh Manitog” con sus reflexiones sobre el performance nos introduce en el poder de una erótica soberana capaz de sanar los cuerpos de los dolores que causan las imposiciones coloniales en materia de género y sexualidad. Los cuerpos deben hacerse soberanos para rastrear la memoria ancestral de otros modos de sentir y saber, en donde no existe la censura o la autocensura para encarnar identidades múltiples o vivir sexualidades otras. El papel del performance, es servir de punto de partido o de llegada para la soberanía corporal, es decir, crear un espacio de libertad para imaginar y crear formas descolonizadas de sentir y explorar los cuerpos, pero para ello es necesario identificar y reconocer los elementos que colonizan nuestras existencias y conectar el placer y el goce no solo con la sexualidad sino con la capacidad profunda de sentir (Lorde, 1978). El performance permitiría el desprendimiento de la norma colonial de género y sería el vehículo para expresar la pulsión erótica ancestral.

Resulta llamativo como este trabajo intenta pensar el performance como estrategia de descolonización, lo que parece riesgoso si tenemos en cuenta que su poderío deslumbra entre multitudes queer blancas cuyos privilegios les permiten transformaciones físicas que intervienen en la producción performativa de las identidades de género, lo que sin duda no ocurre cuando se trata de cuerpos marcados por la materialidad impuesta por el orden racial. Consciente de ello, el performance que piensa Chávez no se obsesione con los cambios físicos sino con la posibilidad de creación, de búsqueda de un espacio de libertad e imaginación donde concurra la memoria ancestral de lo erótico como horizonte de descolonización de los cuerpos.

La marginalización de las epistemologías ancestrales sobre los cuerpos, que han venido señalando los y las autoras de esta compilación, fue posible por las sucesivas operaciones de corte y edición a que fueron sometidas las lenguas aborígenes, como bien lo señala Isaac Esau Carrillo Can en su artículo “Erotismo andróginx en la cosmovisión y lenguaje Maya”. Carrillo autor de la novela U yóok ̓ otilo ̓ ob áak ̓ ab, Danzas de la Noche relata como a través de la expresión relacional in láak ̓ ech, a láak ̓ en de la cosmovisión y lengua Maya, que significa “ser el otro yo” logró construir la voz de la protagonista. Este ejercicio creativo lo motivó a buscar en diccionarios Mayas expresiones y palabras que ponían en jaque la organización sexo genérica de la vida social impuesta por los colonizadores, de esta manera encontró palabras como Leti, Ojel, Paklam o Etail que hablan de androginia, de sexo entre varones, sexo entre mujeres o de amistades sexualizadas, razón por la cual fueron sometidas a la revisión, la censura y a una traducción que las aprisionaba en el esquema heteronormativo colonial, reduciendo el erotismo cósmico de la lengua Maya a los simples actos corpóreos que tanto escandalizaban a la iglesia.

Lo interesante en el ejercicio de Carrillo es la reconstrucción, el trabajo de armar y ordenar los conceptos y las ideas que integraban las epistemologías borradas, casi aniquiladas, durante el proceso de imposición del sistema moderno colonial de género. Lo que pone en evidencia este escritor Maya es una las tantas formas como se llevó a cabo el epistemicidio de los pueblos ancestrales.

Por su parte, Sandra Abd ̓Alla- Álvarez en “No somos tetas y nalgas solamente, feminidades disidente del hip hop cubano” explora la resignificación del lugar de las mujeres negras y pobres en la escena del hip hop de la isla, tradicionalmente asociadas con cualidades contradictorias que las describe como tiernas y amorosas al tiempo que las señala como putas e hipersexuales, estas ideas se han ido complejizando debido al trabajo de artistas como la poeta Afibola Sifunola, la cantante Magia López y las Krudas Cubensi quienes escriben y cantan sus liricas sobre las relaciones lésbicas, los embarazos adolescentes, el aborto, los cuerpos, el poliamor, el placer, el clítoris, la belleza y la experiencia de migración. Las letras, las rimas, el flow y el performance en escena forman una mezcla explosiva capaz de desestabilizar los imaginarios ligados a las jerarquías de género, raza, clase y sexualidad que ordenan la vida cotidiana.

“No somos tetas y nalgas solamente, feminidades disidente del hip hop cubano” es un artículo con planteamientos menos preocupados por las limitaciones epistémicas de la teoría queer, del feminismo y de los estudios de la sexualidad para comprender las experiencias corporales, eróticas y sexo-afectivas que ocurren en contextos marcados por una historia de colonización. De hecho, para la autora, es posible construir estrategias de descolonización con las herramientas de dichos marcos teóricos, solo bastaría con una apropiación creativa por parte del sujeto/sujeta colonizada.

Víctor Manuel Rodríguez con su trabajo “El guesa errante: éticas y estéticas trash/malandras/delincuentes/desobedientes para mundos queer y decoloniales” nos traslada al universo creativo del artista brasilero Hélio Oiticica (1937-1980) lugar de las subjetividades queer decoloniales que comparten no solo los placeres perversos sino también las experiencias migratorias, las drogas, la ética de la calle y por supuesto la solidaridad y el afecto. Sus quasi cinemas cuestionan las representaciones sobre las sexualidades marginales latinoamericanas producidas en contextos hegemónicos, mediante la apropiación y repetición de los estereotipos queer latino explora la configuración de la condición colonial latinoamericana. Para Rodríguez en Eroiticica se pueden descubrir formas de articular las estrategias subversivas queer con formas de resistencia decolonial, como él mismo afirma “Busco entonces tanto decolonizar la teoría queer, como queering o “mariquear” los estudios decoloniales” (118).

Tal vez de los siete artículos que componen este libro, este sea el más queer: el tema seleccionado, una producción artística marginal/underground; la referencia a los tropos; el problema de la representación son elementos recurrentes en este estilo de escritura y análisis. No obstante el autor se esfuerza por realizar un abordaje decolonial que muchas veces se reduce a la mirada interseccional acumulativa de opresiones que da a la obra de Oiticica. A pesar de esto es muy interesante la idea de utilizar las estrategias queer como un desestabilizador de las subjetividades sexuales moderno coloniales, en la medida que actúan contra los procesos de naturalización y los esencialismos propios de los disciplinamientos sexuales modernos.

El escrito de Pedro DiPietro “Andar de costado: racialización, sexualidad y la descolonización del mundo travesti en Buenos Aires” comprende un estudio de las prácticas de resistencia travesti frente a la necesidad de adopción de identidades sexuales modernas/blancas/eurocentradas (gay, lesbianas, transgénero, intersexual, transexual), en un contexto de reconocimiento de derechos LGBT: Matrimonio Igualitario y la Ley de Identidad de Género. En ello juega un papel determinante su condición de migrantes de color, provenientes de regiones con un gran número de población indígena como Jujuy y Salta, que se ubican en los márgenes sociales y raciales de la ciudad de Buenos Aires (quilomberas). Su estética hipersexual/ arrabalera/racializada inspirada en las mulatonas; sus estrategias habitacionales colectivas; la ocupación indecorosa del espacio público; las convierte en una disidencia no solo para el público heteronacional sino también para los contrapúblicos homonacionalistas.

Lo que se puede observar entonces, es que los públicos y los contrapúblicos que nos presenta DiPrieto aparecen superados por la irrupción de un sujetx travesti oscuro que incomoda a los “normales” pero también a los monstruos blancos. Esto último se debería, en primer lugar, a que los movimientos socio-sexuales (Argentina) mantienen una dependencia epistémica con respecto a la producción intelectual de los estudios de la sexualidad y queer blanca producidos en el Norte, y, segundo, a que esto los ha llevado a identificar como el sujeto paradigmático de su lucha a un sujeto gay/blanco/ de clase media, lo que al final se traduce en una agenda excluyente incapaz de comprender unas experiencias locales que desafían la sexualidad “diversa” blanca urbana.

Un libro, dos rutas decoloniales

Después de leer cada uno de los artículos que compone este libro la sensación que queda es la estar ante dos propuestas decoloniales diferentes para abordar la sexualidad, el cuerpo, el erotismo y el género. La primera propuesta integrada por los trabajos de Yuderkys Espinosa, Raúl Ferrara, Daniel Brittany Chávez e Isaac Carrillo, sobresale por el esfuerzo epistemológico para superar el marco teórico occidental, que agudamente critica Espinosa apenas empezando el libro, de ahí que el uso de las categorías género o sexualidad sea menor para la construcción de argumentos, mientras se privilegian ideas como la de erotismo (Lorde,1978) (Driskill, 2004), erótica soberana o leti que aportan otro modo de entender el placer y la corporalidad, uno que supera lo individual y se conecta con la comunidad y el cosmos. Eso contribuye a que la escritura fluya más allá de cierto esquematismo que impone la formula interseccional.

La otra ruta, la de Abd´Allah Álvarez, Rodríguez Sarmiento y DiPietro mantiene las referencias teóricas del Feminismo y la Teoría Queer, sin entrar en cuestionamientos epistémicos, de hecho Rodríguez manifiesta que hay que buscar puntos de encuentro entre las estrategias queer y las decoloniales en aras de desmantelar el régimen sexual moderno. Sin embargo, apela a la interseccionalidad en el análisis ya sea de las mujeres negras, pobres y lesbianas que irrumpen en el hip hop cubano; las travestis empobrecidas, que con su estética racializada habitan las calles de Buenos Aires; o los delincuentes/drogadictos, desviados sexuales, migrantes del sur que habitan el mundo-abrigo neoyorkino de Oiticica.

Sin duda “Andar Erótico Decolonial” es un libro de una gran riqueza que va a generar debates políticos y epistemológicos que complejizarán aun más el intento de comprender los efectos de la colonialidad del poder en nuestros cuerpos, nuestros deseos y afectos. Construir, producir conocimiento en clave decolonial sobre el placer, la sexualidad, los sentidos y el cuerpo era urgente porque este campo es tal vez el más dominado por el saber hegemónico blanco liberal que, además, está marcando el rumbo de las agendas de la disidencia sexual en Abya Yala. No hay colectivo u organización feminista, obrera, estudiantil, de izquierda, comunitaria e incluso indígena que no construya el problema de la disidencia sexual con marcos teórico político eurocéntricos. De esta manera el impacto de esta compilación sería doble, ya que inaugura una nueva área dentro de los estudios decoloniales, pero también ofrece un nuevo horizonte político en las luchas del movimiento socio-sexual en Abya Yala.

Por otra parte, para quienes han venido leyendo y estudiando a las feministas decoloniales este libro es una buena oportunidad para profundizar en los primeros debates de María Lugones y Rita Segato sobre la universalidad y transhistoricidad del sistema sexo/género y la heterosexualidad, ya que algunos de los artículos exploran las formas de expresión del placer y las cargas simbólicas y materiales que las culturas precolombinas asignaban sobre los cuerpos.

Otro aspecto para resaltar en el libro, es que se arriesga a trazar una ruta de lo ancestral hasta los espacios urbanos, cuestión que siempre ha sido una dificultad para muchos autores decoloniales, que si bien son capaces de construir genealogías sobre los saberes y prácticas ancestrales africanas e indígenas pocas veces las logran conectar y rastrear en las particulares formas que toman estas en los contexto urbanos.

Por último, pero no menos importante, este libro ofrece más pistas para seguir armando ese complejo rompecabezas que es el sujeto colonial. Fanon, Cesaire, y más recientemente Spivak y Bhabha han indagado por cómo este se veía a sí mismo (la pregunta por el quien soy) y su lugar en la sociedad, pero siempre desde una mirada generizada y heterocentrica, esas mismas preocupaciones recorren todo el libro pero sus respuestas son múltiples y algunas inimaginadas por lo que se podría decir que este trabajo supone otro giro, un “giro erótico decolonial”.

Celenis Rodríguez Moreno es una activista lesbiana, feminista decolonial y antirracista. Interesada en el análisis decolonial del estado y de los movimientos sociales feministas y de la disidencia sexual.

Ferrera Balanquet, Raúl “Andar erótico decolonial, el desprendimiento”. Ediciones del Signo. 2015. Buenos Aires, Argentina. 155 Páginas.