Entrevista con Moira Millán Weichafe Mapuche-Pehuenche
[Conversatorio con Moira Millán en t.i.c.t.a.c. – Taller de Intervenciones Críticas Transfeministas Antirracticas Combativas, 27 de octubre de 2017]
Es recontra importante, imprescindible y estratégico buscar estas alianzas a partir del consenso, que no sean alianzas coyunturales como generadas a partir de la desesperación, sino de la reflexión, que sean consensuadas y que podamos ir de a poco generando un proceso de unidad, pero no de amontonamiento ni unitarismo, sino de unidad verdadera.
Paola Contreras: ¿Nos podrías explicar el contexto de la situación en el Puelmapu[1]?
Moira Millán: En el gobierno actual, imagino yo que presionado por las corporaciones extractivistas en el Puelmapu, está llevando adelante una cacería al pueblo mapuche, una especie de segunda campaña del desierto, presupuestando –decimos nosotros- la muerte ya que hay un despliegue militar en nuestras zonas tremenda con la militarización de todos los territorios en conflicto. Territorio que bajo los pies nuestros de Lagmien y Lof[2] hay billones de dólares en juego, y por supuesto el pueblo Mapuche está impidiendo el avance extractivista, la destrucción y devastación de los territorios con una lucha de acciones pacíficas pero contundentes y categóricas frente a la decisión de no permitir que las empresas wincas vengan a saquear, contaminar y destruir. También la interpelación al latifundio como lo que está pasando con la recuperación de los Lagmien de Lof de resistencia Mapuche de Cullamen, ahí en la zona de Leleque. Esto ha provocado que haya todo un aparato legal que permite y legitima la represión, las torturas, las detenciones ilegales, la persecución, hasta la desaparición forzada del compañero Santiago Maldonado, que luego aparece su cuerpo, donde queda claramente confirmado lo que todos temíamos que había sido asesinado por gendarmería.
P.C.: ¿Cúal es la relación entre ustedes como pueblo Mapuche con los que están al otro lado de la cordillera? ¿Cómo es la comunicación entre las distintas comunidades y de qué manera fortalecen los vínculos como pueblo?
M.M.: En general lo que se está dando es una solidaridad del Puelmapu hacia el Wenumapu (Tierra de Arriba). En Wenumapu la situación represiva y persecución hace que muchas de nuestros Lagmien no puedan pasar desde el Wenumapu (Chile) al Puelmapu (Argentina); así que somos generalmente nosotrxs los que vamos hasta allá a expresar nuestra solidaridad y acompañamiento. Sin embargo, hay una solidaridad mutua que se expresa de algunas maneras más bien de visibilización; doy un ejemplo: yo he estado ayudando en la campaña de visibilización para la liberación de la Machi Francisca Linconao[3] y cuando yo recibo las amenazas de muerte por parte de sujetos de la policía o de gendarmería, porque aún no se sabe con certeza a qué fuerza represiva pertenecen, inmediatamente la Machi Francisca saca un comunicado en solidaridad planteando su apoyo a mi lucha y planteando sus preocupaciones por mi seguridad. Entonces ahí, qué leen los estados wincas?: que estas dos mujeres mapuches de ambos lados de la cordillera que representan luchas territoriales están conectadas y vinculadas y expresan la solidaridad mutua, y eso es leído inmediatamente por los servicios de inteligencia, los heraldos de la muerte y detentores del poder como algo peligroso.
P.C.: En relación con el tema de la Machi Francisca, ¿Cuál es tu reflexión con respecto al encarcelamiento de los machis Celestino Córdova y Francisca Linconao[4]?
M.M.: Yo creo que lo que están buscando ellos es debilitarnos espiritualmente, saben que el pueblo Mapuche estructura su lucha y resistencia política a partir de su Kimün Mapu[5], que es la filosofía o pensamiento de la tierra y la espiritualidad. Eso a nosotrxs nos da un fortalecimiento muy importante y una sabiduría imprescindible para poder asumir decisiones históricas frente a la lucha que nos proponemos realizar para la libre determinación de nuestro pueblo. Entonces van a atentar contra nuestras autoridades espirituales porque necesitan domesticarnos, y para domesticarnos necesitan anular la espiritualidad.
P.C.: Desde tu perspectiva ¿Cuáles son las distintas posturas, corrientes o ejes de acción en relación a la defensa del territorio y liberación que existen en el Wallmapu?
M.M.: Hay diferentes estrategias metodológicas y procedimentales en los distintos grupos, porque en realidad hay una porción importante en nuestro pueblo que es integracionista, es decir, que no se propone la libre determinación. Pero todxs aquellxs que sí hablamos de libre determinación el horizonte es ese: es poder decidir sobre nuestro propio destino como pueblo; decidir nuestra forma de habitar el mundo. Ahora dentro de esa expresión hacia la libre determinación existen quienes creen que a partir del reformismo, e ir logrando espacios dentro de los estados hegemónicos y volverlos espacios más plurinacionales, se va a lograr construir un escenario donde sea factible demandar la libre determinación. Un poco lo que estoy viendo en Catalunya, ya que han llevado durante siglos demandas de su libertad, han ido configurando un escenario, dentro del modelo democrático participativo, condiciones favorables para esa libre determinación y hoy, sin disparar un solo tiro, han declarado la República, pero son modelos que no necesariamente puedan llegar a servir allá.
Luego están los independentistas y que se plantean conspirar hacia el debilitamiento del poder del estado sobre nuestros territorios y eso se plantea de diferentes formas: por la autoafirmación identitaria a través de la recuperación del Mapudungun; de la reafirmación de nuestra espiritualidad y autoridades políticas y espirituales; la recuperación del territorio, instalar y fortalecer la organización interna de las comunidades; como también la lucha conspirativa y de sabotaje, para debilitar a las transnacionales que están matando y asesinando la vida en los territorios, como legítima defensa de los pueblos; organizarse hacia la legitima defensa de las personas y los territorios, las comunidades y Lof.
Luego, en el lugar en el que yo me encuentro es buscar que no solamente logremos avanzar en este sentido y de todas las maneras posibles, sino sobre todo buscar la forma de crear consciencia, una nueva consciencia, una nueva lógica, un nuevo entendimiento del arte de habitar que ya no sólo implique el compromiso del pueblo Mapuche sino de la humanidad toda, porque entendemos que, aún nosotros declarando nuestra libre determinación e independencia, si no cambiamos la forma de consumo, producción y relación con la naturaleza y los pueblos, vamos a estar atrapados en el mismo modelo de muerte. El punto acá es la libertad, es el ejercicio pleno de nuestros derechos hacia la armonía. Si nosotrxs creemos que somos libres, que hemos roto las cadenas, pero seguimos alimentando la desigualdad, las asimetrías y opresión, entonces simplemente hemos cambiado el color de las cadenas, pero lamentablemente seguimos siendo esclavos de este modelo, de este mismo sistema.
P.C.: La violencia represiva del estado chileno y argentino en el Wallmapu ha ido en aumento durante los últimos años. Como contraparte existen colectivos que están realizando acciones de solidaridad en apoyo al pueblo Mapuche. En esta línea ¿Cómo ves las alianzas y qué importancia tienen a la hora de pensar el conflicto en el Wallmapu? ¿Cuáles son las proyecciones que se pueden hacer en este sentido?
M.M.: Creo que es recontra importante, imprescindible y estratégico buscar estas alianzas a partir del consenso, que no sean alianzas coyunturales como generadas a partir de la desesperación, sino de la reflexión, que sean consensuadas y que podamos ir de a poco generando un proceso de unidad pero no de amontonamiento ni unitarismo, sino de unidad verdadera; unidad hacia un pensamiento que nos eleve como humanidad, hacia un pensamiento que verdaderamente busque la revolución que proponga una nueva sociedad; esa nueva sociedad parirá un nuevo orden. En ese sentido, creo que no solamente tenemos que descolonizarnos sino liberar el espíritu para poder ser permeables a la sabiduría que nuestros ancestros, fundamentalmente la Mapu nos va a traer en este tiempo. Y saber que todo lo que hemos conocido de este mundo, de este orden que se ha instaurado globalmente no es infalible y no es definitivo; que podemos transformarlo, que podemos deshacernos de él y construir algo nuevo. Para eso es preciso romper con las cadenas mentales, con los límites y la sujeción que internamente tenemos cada una de nosotras.
P.C.: Específicamente en la comunidad a la cual tú perteneces ¿Cómo se han ido construyendo las alianzas?
M.M.: Fundamentalmente con la sociedad no indígena hemos logrado hacer mucho: enfrentar a las empresas mineras extractivistas y echarlas del lugar. Eso no solo ha implicado la lucha callejera y corte de ruta, sino también los plebiscitos que hemos impuestos y a raíz de ello logramos de manera conjunta y colectiva echar empresas mineras. Se ha logrado impedir el avance de las represas o de unas pistas de esquí. Ahora en la lucha contra Benetton hay un montón de argentinos y argentinas de la cordillera movilizados para apoyar al pueblo Mapuche. Ha habido favorablemente momentos de encuentros y unidad en bloque desde los pueblos para enfrentar al enemigo. Entonces, creo que el pueblo Mapuche ha tenido la capacidad de articulación y eso es importante destacarlo.
P.C.: Pasando a otros temas, nos gustaría preguntarte sobre la cosmovisión que tiene el pueblo Mapuche en torno a las relaciones de género y su vínculo con la Tierra. Con esta pregunta nos interesa saber ¿Cuál es la proyección que se puede establecer, en términos de alianzas, entre colectivos feministas y el pueblo Mapuche?
M.M.: Primero partir de la necesidad de que las mujeres originarias seamos respetadas en nuestra forma de enunciarnos y definirnos. Nosotras las mujeres mapuches tenemos una cosmovisión milenaria que se construyó desde el respeto y la reciprocidad y fundamentalmente del reconocimiento del sistema Pun Newen: las fuerzas que habitan nuestro ser. Entonces, en el mundo Mapuche el machismo y el patriarcado no existían, eso llegó con la llegada del conquistador, y se ordenaba socialmente a cada una de las personas a partir de su newen. Habían (y hay) mujeres que tenían newen de Machi o mujeres que tenían newen de Lonko o Weichafe, pero esos mismos roles también estaban en el mundo masculino, o sea, tu sexo no impedía, tu sexo no te determinaba, te determinaba tu newen. Eso es lo que nosotras queremos recuperar, por lo tanto nosotras no somos feministas, nosotras somos anti-patriarcales y creemos que la opresión patriarcal es parte de esa colonización, o sea, no se puede abstraer el racismo, el patriarcado, el materialismo, el antropocentrismo, el individualismo, el capitalismo; todo eso es parte de un mismo paquete colonial que nosotras nos vamos a sacar de encima. Por ello que embestirse de etiquetas y abrazar ideologías que no nos pertenecen es como dar una continuidad sutil y reformista a una nueva colonización. De ahí que nosotras decimos, las mujeres originarias somos esto y desde acá nos vamos a enunciar, desde aquí nos queremos hermanar con las compañeras de todo el mundo: con aquellas que son feministas y aquellas que son anti-sistémicas y que no se identifican con ningún tipo de etiquetas; con todas las que luchan. Nosotras tenemos también una propuesta de liberación, y nuestra propuesta de liberación es la recuperación absoluta de nuestro pensamiento ancestral y nuestra espiritualidad.
P.C.: En relación con ello ¿Cómo fue hacer la película “Pupila de mujer, miradas de la tierra»?
M.M.: El impacto que ha tenido ese documental ha sido tremendo. Yo fui la primera guionista indígena en ganar un certamen iberoamericano de cine sin ser profesional, obviamente. También me abrió las puertas para dar visibilidad a nuestra mirada, justamente como mujeres originarias, y de nuestros conflictos. Habitualmente el cine nos mira pero no es la expresión de nuestra mirada. Ese cine europeo, eurocéntrico, blanco, occidental reinterpreta cuales son nuestras necesidades y ahí claramente «Pupila de mujer, miradas de la tierra» plantea las problemáticas del nuevo milenio de las mujeres indígenas, esta decisión de retornar a la tierra, de vivir en comunidad cuando nuestrxs hijxs están contaminados por una sociedad donde los grandes centros urbanos pasan a ser como los ejes de la civilización y del progreso. Entonces, sacar a nuestrxs hijxs de ese contexto y de todo lo que le ofrece el sistema como el camino del éxito, y llevarlos a nuestra ancestralidad, a nuestros territorios genera conflictos muy grandes porque sobre todo lxs niñxs y adolescentes quieren quedarse en la ciudad consumiendo todo lo que la sociedad les ofrece, lo cual va acompañado de frustraciones producto de las fantasías que genera este sistema. Y la pregunta que se plantea la película es cómo resolver nuestro rol de madre con nuestra militancia indígena, y las distintas voces que ahí aparecen de mujeres que han resuelto de alguna u otro forma eso. Y bueno, yo recorro el país preguntándome eso con distintas mujeres y finalmente yo resuelvo volver a la tierra, aunque mis hijas no querían volver a la tierra y de hecho las esperé un tiempo porque yo me fui a la ciudad con ellas y recientemente hace un año atrás que decido volver al campo y ellas deciden volver al campo. Hace poco decíamos bromeando que deberíamos hacer «Pupila de mujer, miradas de la tierra 2» y mostrar la vida de ellas en el campo hoy.
Creo que son procesos que también vienen acompañados de la expulsión que nos hace el sistema, ellas descubren que no pueden comer y alimentarse sanamente porque todo es transgénico en la ciudad, que las carencias y frustraciones son compensadas, entre comillas, para la juventud con drogas, alcohol y violencias, y van descubriendo que en realidad todo este paquete de exíto y bienestar que ofrece el sistema es engañoso, es mentiroso y finalmente es mortal en algunos casos. Y ellas eligen, a partir de su propio proceso reflexivo, volver al campo y ser parte de la comunidad.
P.C.: Escuchando tu relato me surge una inquietud en torno a lo que hoy se dice sobre el “feminismo mapuche” ¿Qué te parece ese discurso?
M.M.: Bueno, existe el mapuche evangélico, el mapuche católico, radicales peronistas y feministas; existe el mapuche anarquista también. Son «biológicamente» mapuches pero ideológicamente eso no es mapuche. Entonces no podría decir que existe un feminismo mapuche porque no hay feminismo mapuche, no hay cristianismo mapuche, no hay marxismo mapuche, el marxismo es marxismo y el feminismo es feminismo. Ser mapuche es otra cosa. Seguramente hay Lagmien que se auto-referencian de ese modo y tienen derecho hacerlo. Creo que resulta también engañoso y confuso para quien lo escucha creer que puede haber el mapu cristianismo, el mapu feminismo.
P.C.: ¿Cómo crees que el discurso y relato del feminismo mapuche, promovido por mujeres no mapuches, se puede contrarrestar?
M.M.: A mí me parece que a nosotras nos define, identifica y determina el territorio, es decir, la lucha que debe ser analizada es la que nosotras damos en los territorios y no en la academia, no en los espacios intelectuales de debates, sino como nosotras las mujeres mapuches dentro de los contextos de nuestros territorios en resistencia mostramos nuestras ideas, nuestro accionar y ahí se va definiendo la política. La política es, a diferencia de los estados wincas donde la política es global y pasa por las supraestructuras internacionales, en el mundo mapuche la política es lo que pasa dentro de las comunidades y todo el resto puede ser perorata.
P.C.: Por último, para todas aquellas que no somos mapuches pero que buscamos desarrollar solidaridad con las comunidades en resistencia ¿De qué manera las personas que nos encontramos en otros territorios pero que tenemos esa afinidad de prácticas política de lucha, podríamos contribuir en la construcción de alianzas concretas y efectivas en esta línea?
M.M.: Eso me lo he preguntado todos estos días. Creo que en principio tiene que haber una agenda que tenga dos líneas de objetivos bien concretos. Una línea es operativa, logística y es ver como acompañamos los procesos de autodefensa de las comunidades; se necesitan un montón de condiciones en las comunidades que hoy no tenemos, por ejemplo, no tenemos celular satelital, binoculares, son cuestiones bien prácticas que se apreciaría tenerlas para resolver la logística. El voluntariado que ahora estamos llamando a caravanas humanitarias en nuestros territorios, tienen que tener un perfil de gente que sea hacedoras, que sea resolutiva, eso por un lado. Y en otra línea, necesitaríamos que los grupos que nos acompañan empiecen a rescatar e identificarse desde la propuesta y no desde la solidaridad caritativa, no desde “apoyamos pero yo no soy esto” o “apoyo porque es injusto lo que le pasa al pueblo Mapuche pero no termino de entender si la lucha del pueblo Mapuche me alcanza a mí también». Y creo que lo que estamos necesitando es elevar cualitativamente la solidaridad; es decir, que vos y que todas las que están abrazando la lucha Mapuche entiendan que la lucha Mapuche es una lucha que trasciende al pueblo Mapuche y se convierte en una lucha que propone la sedimentación hacia una nueva humanidad. Si mañana masacraran al pueblo Mapuche, que las lógicas y la propuesta continúe. Yo recuerdo a un ancianito que falleció y que era muy sabio, y yo lo fui a ver porque tengo hijxs mestizxs, una hija mapuche y tres hijxs con blancos, y entonces me sentía muy mal porque había una discriminación por ese mestizaje de mis hijxs, y también me preocupaba que rumbo iba a traer esa mixtura, acaso si ellas iban a asumir su identidad Mapuche y luchar por su pueblo. Y este anciano me dice: “mire hija se ha mezclado tanto nuestro pueblo que va a llegar un día que la «raza» mapuche ya no va a existir más, y eso no es lo importante, lo importante es la manera en que nuestros antiguos vivían, y que ese modo de entender la vida perdure… Lo importante es que usted sepa transmitirles eso a sus hijxs, que el Mapudungun no se pierda, que la manera de vivir la vida no se pierda. No importa el color que tengan sus hijxs, sino que puedan seguir siendo gente de la tierra”. Y eso es lo que estoy pensando, es decir, poder hacerle entender a la humanidad toda, de todos los pueblos, de todas las «razas» que hay un Kimün mapu, una sabiduría de la tierra que nos está hablando en un momento de crisis civilizatoria y que tampoco hay mucho tiempo más y que no sabemos qué va a pasar con la humanidad. Eso debe ser lo importante y que lo salgamos a defender, que ese pensamiento sea el importante, no sólo el pensamiento de la libre determinación de los pueblos. Hay pueblos como aquí que se están independizando y eso no significa que sea esperanzador para la humanidad, que sea un cambio verdadero, digamos.
Entonces tenemos que ver como logramos que los grupos de apoyo en todo el mundo empiecen a entender nuestra lógica, y no solamente tomen la lógica como prédica e incluso producción intelectual, sino que la tomen en su hacer cotidiano y diario, en defender la vida de los territorios. Hay ciudades enormes que siguen contaminando y dañando. Hace unos días estuve en Euskadi y en un lugar que estaba el mar y decíamos qué generosa la tierra que las abraza a ustedes con verde, con montañas, con mar y ustedes le devuelven contaminación y maltrato. Por qué somos tan malos, hay momentos en los que me da vergüenza ser humano por las barbaridades que le hacemos al resto de la naturaleza, y muchas veces me pongo a llorar de la vergüenza que me provoca. Y eso sería bueno que se cambie.
P.C.: Esta pregunta nace a propósito que en ocasiones se puede escuchar “ustedes los wincas y nosotrxs lxs mapuches”. Entonces ¿Cuál es la reflexión que tienes en relación a esa separación que ha ido permeando los discursos?
Moira Millán es activista y escritora Mapuche-tehuelche, vocera y Weichafe (guerrera) de su comunidad Pïllan Mahuïz. Coordinadora del Movimiento de Mujeres Originarias por el Buen Vivir.
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