Salma Amazian

 «Algunos de nosotros somos imadyazen que documentan la lucha y la resistencia a través del canto

Así empieza el documental Amussu (2019) realizado por Nadir Bouhmouch que presenta el movimiento de resistencia al extractivismo y el despojo en Imider. Imadyazen, grupos de cantantes y músicos que en los pueblos amazighs viajan contando las historias pasadas y presentes. Los cantos de los imadyazen acompañan todo el documental consiguiendo que el relato sobre la lucha y lo que sucede sea en primera persona comunitaria. Las canciones se cruzan y dialogan con las denuncias y las quejas de las mujeres y hombres que protagonizan la historia. Consigue así recoger la historia oral, que por otro lado ha posibilitado que las culturas amazighs se transmitan y perduren a lo largo de los siglos, las historias de lucha y resistencia. En los cantos se mezcla la historia de los pueblos con su presente, sus problemas actuales. Nos permite conectar con luchas que los marcos eurocéntricos no nos permiten ver y que las formas habituales de explicar y aprender la historia no nos permiten leer.

Hay pueblos cuyas historias son cantadas y cuyas luchas están íntimamente imbricadas con la espiritualidad, inseparables de la forma de entender la existencia, toda forma de existencia. El lema aman d’iman condensa lo que intento decir: el agua (aman) es vida/alma-espíritu. La palabra iman es un término islámico. Según el pensador rifeño Aderrahman Mohamed Maanan, “Îmân tiene otras consonancias en árabe. Equivale a Amân, paz, y a Amn, seguridad. En el Îmân está el sosiego al que aspira el ser humano en lo más recóndito de su ser y que adivina en el fundamento de la existencia. Sólo existe sosiego y verdad en la sintonía con la realidad, la existencia. El Corán dice: “Con la Evocación de Allah se calman los corazones”. En medio de la agitación y vértigo del mundo, el mûmin [creyente] goza de una luz interior que ilumina su existencia y se proyecta en su acción.” Al margen de la lingüística, para los imaziguen su derecho al agua es su derecho a la vida digna y es inseparable de las otras criaturas, físicas o no, que habitan el mismo territorio.

Imider, Amussu: Xf ubrid n 96 [1]

El 20 de agosto de 2011, los imaziguen de los siete pueblos de la región de Imider (provincia de Tinghit, región administrativa de Drâa-tafilalte), empezaron una movilización pacífica y organizaron una sentada abierta en el Monte Alebban. Luchan contra el agotamiento del agua y contra la explotación de la mina de plata (la más grande de toda África) que está destruyendo los ríos y las comunidades. A pesar de la fuerte represión del gobierno, hoy siguen ahí. Los trabajos sobre luchas antiextractivistas de los pueblos en el norte de África son muy escasos. Casi inexistentes en español. 

El escenario del capitalismo extractivista han sido los pueblos y territorios del Sur Global, territorios despojados y depredados a lo largo de los siglos por las fuerzas del norte. Las propuestas comunitarias, como teoría y movimiento en esas partes del mundo, vinculan la explotación y la destrucción de la naturaleza con la opresión de las mujeres y las comunidades por parte del patriarcado, el capitalismo y el colonialismo. En el continente africano, estos sistemas imbricados de opresión son tangiblemente coloniales: los minerales, los bosques, la tierra, el agua africanos son saqueados y robados por el Norte global sin interrupción desde la época colonial.

Desde finales de los 60, se extrae plata de la mina de Imider (a 200 km de la turística Marraquech). La mina es propiedad de la Société Nationale d’Investissement (SNI), un holding privado que pertenece a la familia real marroquí del cual forma parte Managem, que está explotando la mina. La mina es la más productiva de África, un hecho que ejerce una gran presión sobre los recursos locales: según un informe de 2015 del Global Amazigh Congress, la mina consume 1.555 toneladas de agua por día, 12 veces el consumo diario de la aldea. Se ha construido un sistema de obtención de agua mediante la creación de pozos en detrimento del sistema tradicional de la zona, las khettarat.[2]

Los habitantes de las aldeas cercanas de Imider están organizando una de las protestas más antiguas del país contra el daño ambiental causado por la mina, con la esperanza de que puedan continuar viviendo en sus hogares. Denuncian que desde que se estableció la mina de plata hace un par de décadas, el acceso al agua para los residentes de Imider se ha visto gravemente reducido. La tierra se ha deteriorado significativamente, destruyendo la agricultura y los medios de subsistencia. La contaminación ha aumentado enormemente, y la salud y el agua se han visto afectadas por los desechos tóxicos de la mina. 

Los impactos ambientales van desde la contaminación a la pérdida de biodiversidad (vida silvestre, diversidad biológica), inseguridad alimentaria (daños a los cultivos), desbordamiento de desechos, agotamiento de las aguas subterráneas, perturbaciones a gran escala de los sistemas hidroeléctricos y geológicos. Pero también se produce una pérdida o degradación del paisaje, contaminación del suelo, de las aguas superficiales, disminución de la calidad del agua, reducción de la conectividad ecológica e hidrológica.

También se detectan impactos en la salud por exposición a riesgos complejos por la radiación, los metales pesados… Pero también hay que tener en cuenta los problemas mentales que incluyen estrés, depresión y suicidio, enfermedades y accidentes de trabajo, muertes y otros cánceres.(Green, 2015; Bouhmouch, 2016) 

En las comunidades campesinas e indígenas suelen ser las mujeres las encargadas de la producción de alimentos de subsistencia, del abastecimiento de agua potable, del cuidado de la familia y de la comunidad. Suelen ser, también, las más afectadas cuando las industrias extractivas amenazan o acaparan sus tierras y el agua, destruyen los vínculos sociales y la vida comunitaria y contaminan el aire y el suelo. Las mujeres tienen menos oportunidades de ser empleadas en estos proyectos extractivos y de infraestructura. Al asociar sus papeles en la reproducción de la familia y de la comunidad, ellas ven más allá del beneficio a corto plazo que promueven las empresas con promesas de empleo a fin de obtener la aprobación de las comunidades al proyecto. El patriarcado se reproduce en el modelo extractivista y legitima formas organizativas machistas que sigue marginando a las mujeres de los espacios de toma de decisiones en los territorios.(Bolados García, 2018)

Las zonas donde viven las comunidades amazigh han enfrentado durante mucho tiempo la marginación y el abandono en Marruecos, carecen de infraestructuras básicas mientras sus recursos naturales son extraídos y aportan millones a las arcas del Estado marroquí y sus aliados internacionales. 

Mediante la instalación de un campamento y el cierre de una tubería que suministra agua a la mina, los activistas han impedido que 3 millones de toneladas de agua lleguen a la mina. Han conseguido que la producción agrícola haya mejorado y el agua en los kettarats haya vuelto a aumentar. Por eso los activistas en las montañas no abandonan el puesto de avanzada: necesitan mantener la válvula cerrada.

Los residentes de Imider organizan marchas y asambleas regulares (Agraw) en el campamento, para mostrar solidaridad y discutir estrategias para la campaña. Y en los últimos años, a medida que el movimiento ha ganado atención internacional, periodistas, activistas y académicos extranjeros también han pasado un tiempo en el campamento.

En respuesta a la protesta pacífica, las autoridades han arrestado y encarcelado a activistas. Entre 2011 y 2017, 33 activistas fueron arrestados. Hasta la fecha, a pesar de años de protestas, las demandas de la comunidad han sido ignoradas. Recientemente, los arrestos han cesado, pero la comunidad no ha recibido respuesta del gobierno o de la compañía minera a su campaña. El cierre de la válvula se ha convertido en simbólico, ya que la compañía ha encontrado otras formas de acceder al agua, por lo que continúa degradando la tierra.(Bouhmouch, 2016)

Sin embargo, a pesar de la amenaza de ser desplazados debido a los efectos ambientales de la mina, la comunidad se mantiene firme. En los últimos años, ha comenzado a presentar sus demandas a la comunidad internacional y ha estado construyendo solidaridad con académicos, periodistas y ONG extranjeros. Los activistas llevaron (sin ser invitados) sus preocupaciones a la conferencia anual de la Convención de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (COP 22), celebrada en Marrakech en 2016, que ayudó a elevar el perfil internacional de la situación.

Movilizaciones

Las movilizaciones están siendo protagonizadas por los grupos indígenas de la zona, hombres, mujeres y niños. Como hemos dicho, las formas de movilización principales han sido la ocupación del monte Alebban y el bloqueo del conducto del agua a la mina. A partir de entonces, la forma de protesta han sido las marchas pacíficas periódicas. Todas las marchas se hacen por la carretera nacional N10 y terminan en una Agraw donde se discuten las formas de movilización futura, las demandas o los posicionamientos frente a cuestiones como el apoyo a Hirak Rifeño o a quien van a recibir de las organizaciones que se han interesado por su lucha. Especialmente importantes son las marchas que se hacen después del salat del Aid, el recibimiento a la Caravana Tilelli que marchó desde Casablanca, las del 8 de las posteriores al COP22. Todas estas marchas sirven para dar visibilidad internacional a la lucha y trazar alianzas con luchas parecidas en otros territorios.

En toda África, la apropiaciones de tierras está exacerbando la inseguridad alimentaria en un continente donde las mujeres agricultoras representan hasta el 80% de la producción de alimentos. “En los últimos 10 años, se ha entregado o vendido un millón de hectáreas de tierra [en África] a inversionistas en Medio Oriente y Europa”, dijo Ruth Nyambura, miembro del Colectivo de Eco-Feministas de África en su visita al Monte. “El agricultor promedio posee cerca de dos hectáreas de tierra. Algunos de nosotros lo hemos llamado la segunda colonización de África” (recogido en las redes sociales del movimiento)

De ese encuentro salió un manifiesto que recoge las demandas del movimiento y posicionamiento. A continuación, traducimos una parte:

“Nuestra insistencia en: 

– La justicia y la legitimidad de nuestros reclamos y nuestra causa considerada como una extensión objetiva de nuestra resistencia histórica, arraigada en la memoria colectiva viva de Imider. 
– La legitimidad e independencia de nuestro marco con respecto a cualquier otra entidad civil o política (asociaciones, sindicatos, partidos políticos …). 

Nuestra conexión a: 

– La inocencia de los detenidos de Imider, ya sean aquellos que ya han sido liberados o los cuatro que todavía están languideciendo en prisiones injustamente. 
– La continuación de la lucha pacífica hasta la extorsión de nuestros derechos violados.
– El diálogo serio y responsable como un camino a seguir para hacer justicia a la población de Imider. 

Nuestro rechazo a: 

– La política de saqueo de nuestros recursos naturales y la contaminación de nuestro medio ambiente por SMI/MANAGEM. 
– El enfoque securitario sobre nuestras manifestaciones pacíficas, la política de ignorancia y cualquier intento de eludir nuestros derechos (reclamos). 
– La política de manipulación de la opinión pública sobre lo que está sucediendo con Imider y el bloqueo sistemático de los medios de comunicación contra nuestra lucha.
– Cualquier intento de negociar nuestros derechos legítimos a cambio de ciertas concesiones a favor de Managem / SMI que opera la mina de Imider. 

Nuestra solidaridad con: 

– Los presos de la causa de Imider y sus familias. 
– Todos los presos de libre opinión y causas justas en todo el mundo. 
– Todos los movimientos sociales con causas humanitarias justas (#Standingrock, #ZAD #NDDL, #NOTAV, Al Hoceima, Safi, Ben samim, movimientos sociales en el sureste…)”
(MSV96, 22 noviembre 2016)

Las Asambleas de discusión tienen reglas establecidas por las que las mujeres y los niños y niñas tienen el derecho de expresar una opinión exactamente como los hombres. Han recuperado el sistema ancestral de democracia de los pueblos amazigh, el Agraw, como forma de rechazar la autoridad del Estado marroquí que es el responsable directo de su situación. El Agraw es un modelo indígena de toma de decisiones. Según un consenso al que llegaron en una de las asambleas, estos serían los puntos básicos de la democracia amazigh: un congreso circular que incluye a todos los aldeanos, mujeres, hombres y niños. Un ciclo simboliza la igualdad; no hay votación. Entienden el voto como una toma de decisión sobre elecciones pre-hechas y dadas, que excluyen a las minorías; todo el pueblo tiene voz. Todos hablan, se expresa la opinión de cada aldeano, que es más expresivo que un simple voto; se toman apuntes de todas las voces. Todo lo que dice cada aldeano se pone por escrito para tomar decisiones colectivas. Las notas se sintetizan para tomar una decisión que tiene en cuenta todas las voces; no hay jerarquías, a excepción del respeto especial que se reserva a los mayores. 

La historia de esta región estuvo marcada por su profundo sentido de militancia, una militancia que se encarnó decadas antes en una oposición exitosa al colonizador. Escenario de uno de los momentos clave de la historia del territorio, la Batalla de Bougaffr. Cuna de algunas de las figuras icónicas de ese momento que demostraron que el espíritu de resistencia todavía está vivo hoy. Ahora, es otra generación la que resiste y grita contra la forma moderna de colonización: la colonización a la que se oponen sus antepasados ​​como Imazighen.

El estado nación marroquí, encabezado por el rey, es el poder colonial-patriarcal que tiene la propiedad de gran parte las acciones del holding que explota la mina. Un estado que tiene un origen colonial que favorece la propiedad privada y masculina de las tierras en Marruecos, excluyendo a las comunidades y a las mujeres indígenas, campesinas. Deslegitima las formas de propiedad y organización de las comunidades, sus saberes y haceres en la preservación de sus territorios. Una prueba de ello es el hecho que el SNI no reconoció en ningún momento el Agraw como interlocutor válido. Como estrategia de división y manipulación escogió a hombres enviados por ellos a la aldea como representantes y portavoces de la aldea. Los portavoces del Agraw denunciaron esta manipulación y ratificaron su independencia y autonomía.

A raíz de estos procesos de manipulación, la frecuencia de las protestas se ha ralentizado en los últimos años y los habitantes son menos numerosos en el campamento de protestas en la parte superior de Alebban. Pero prometen permanecer allí, incluso en números más pequeños. Cada dos semanas, continúan marchando desde sus aldeas a Alebban y también se reúnen regularmente para discutir los problemas relacionados con su comunidad. Al principio, la mayoría participó en la sentada, pero los arrestos, el bloqueo policial y el statu quo han agotado la energía de los participantes. Según Tawja, las autoridades están impidiendo el acceso a vehículos que están trayendo a las personas que viven lejos de la sentada.

El ejemplo de lucha en Imider es el de una forma de resistencia a la colonialidad materializada en el extractivismo y los estados-nación postcoloniales colaboracionistas con las antiguas metrópolis aún hoy. Muestra una posibilidad de articular una resistencia comunitaria que no reconoce de facto las estructuras e instituciones que la oprimen y trabaja para recuperar y transmitir formas de vivir y de entender la existencia propias, lejos de las construcciones coloniales y neocoloniales o, más bien, reconfigurandolas. De alguna forma los pueblos de Imider han impugnado el orden colonial en el que les han obligado a vivir en defensa de sus territorios y todo lo que vive en él, personas, animales, plantas, ríos, jnoun, etc.

Salma Amzian escribe e investiga sobre racismo/islamofobia, migración y colonialidad en las experiencias de opresión y resistencia de la diáspora magrebí en el Estado español. Forma parte del espacio de reflexión y militancia decolonial «1492, por un antirracismo político» (El Salto).
[*] Este texto fue escrito en 2018 y revisado en 2020.
[1] En Amazigh: Movimiento camino del 96. En referencia a una protesta similar que tuvo lugar en 1996.
[2] Se trata del tipo de captación subterránea más original e importante en las regiones áridas del sur del Atlas, producto de una experiencia milenaria. El apelativo varía según la región; las más antiguas se excavaron en Mesopotamia y Persia y su nombre es qanat o kanat, en el Anti-atlas marroquí se utiliza el término khettara, en Argelia foggara, y en otros lugares kariz, fuqara, falaj, etc. Una khettara es una larga galería de varios kilómetros de longitud excavada manualmente con muy pequeña pendiente, que penetra por el subsuelo hasta alcanzar el acuífero. El agua captada fluye por gravedad hacia la salida situada en el otro extremo, por tanto, no precisa bombeo.
Bibliografía
Bolados García, Paloma (2018), «Acuerpándonos frente al extractivismo minero energético en Mujeres en defensa de territorios. Reflexiones feministas frente al extractivism», Fundación Heinrich Böll
Green, Alan (2015), «Moroccan silver draws miners and protesters», Middle East Eye. 20 agosto 2015.
Bouhmouch Nadir, Davis Bailey, Kristian (2015), «A Moroccan village’s long fight for water rights», Al Jazeera Online. 13 diciembre 2015
Bouhmouch Nadir (2019), Amussu, Marruecos.