Piro Rexhepi                                                                                                                                      [english] –>

Introducción

Inspirado por el argumento de Stoler (2016, 4-5) que «hoy, la geopolítica y la distribución espacial del mundo no son versiones miméticas recurrentes de encarnaciones imperiales tempranas, sino reelaboraciones vitales y revitalizadas de ellas», observo la sedimentación de un presente/pasado Habsburgo inequívoco en la reconfiguración espacial de Sarajevo como ciudad de posguerra, postsocialista y europea. Los esfuerzos recientes para restaurar la antigua gloria de dos instituciones fundadas por la administración colonial de los Habsburgo, el Museo Nacional de Bosnia y Herzegovina conocido como “Zemaljski Muzej” y el ayuntamiento “Vijećnica”, han ayudado a convertirlos en sitios centrales para la reconstrucción de la historia de Bosnia, y su integración en el mapa de la memoria común de Europa.

Al resituar a Sarajevo en relación con su pasado socialista, el legado colonial de los Habsburgo se ha convertido en una narrativa pertinente y potente en los procesos de integración de Bosnia y Herzegovina en la UE, particularmente porque la UE ha venido a servir como custodia de los sitios habsburgos, otorgándoles visibilidad al anestesiar sus vínculos imperiales. Esta forma de amnesia por parte de los actuales proyectos de «integración» de la UE, que Maldonado-Torres (2004, 30) llama el «olvido de la colonialidad», tiene sus raíces en la comprensión más amplia del colonialismo, que «aunque reconocidamente cometido por (descendientes de) los europeos no tiene ningún impacto en la propia Europa” (El-Tayeb 2016, n.p.). Cuando se debate el dominio colonial, se hace bajo la narrativa más amplia de que fue «en gran parte benevolente, marginal para Europa, y lo más importante, sin repercusiones negativas para el presente» (El-Tayeb 2011, xxii). Este enfoque, argumenta El-Tayeb, aplana y encubre las relaciones de poder contemporáneas entre Europa y sus “otros postcoloniales” al descontextualizar las formas en que el pasado colonial sigue afectando a la Europa (post)colonial. Extendiendo esta crítica a los Balcanes, Bjelić (2016: 3) argumenta acertadamente que la «exclusión “postcolonial” de los Balcanes como un discurso sobre la presencia colonial y neocolonial es un fragmento de una maniobra estratégica mucho más grande dentro de una historiografía europea gobernada por paradigmas nacionales dirigidos a renegar la historia colonial.» Las relaciones entre los pasados coloniales europeos y sus presentes, como argumenta Bjelić a continuación, se borran bajo el supuesto de que “la Unión Europea es una nueva entidad política sin historia previa” y por lo tanto “de alguna manera se merece limpiar la pizarra después de haber denunciado formalmente el colonialismo y el antisemitismo, y el derecho de pasar la propiedad de sus historias coloniales a los antiguos sujetos coloniales»(ibid.).

Sin embargo, el paso de la Europa colonial hacia una Unión Europea postcolonial es complejo. Particularmente desde que la producción de conocimiento a partir de la Guerra Fría en los Balcanes fue ampliamente definida por la política espacio-temporal de Estudios de Área, que eliminó a los Balcanes del imaginario postcolonial y lo conceptualizó como parte del Bloque Socialista/Europa del Este. Como continuación y elaboración de esta lógica, los Balcanes continúan diferenciados en los círculos políticos de la UE, especialmente en la última década, mediante la subdivisión en los Balcanes Occidentales y el resto (Kolstø, 2016). Si bien estas fragmentaciones están estrechamente ligadas a la geopolítica cambiante de la expansión de la UE y sus fronteras, sus consecuencias sobre la libertad de movimiento de las personas a través de estas fronteras han sido muy reales. El acuerdo UE-Turquía y el «control externo de las fronteras»[1] de la UE son en gran medida un intento por consolidar la diferenciación entre aquellos sujetos postcoloniales producidos como redimibles, racial y geográficamente «europeos» y designados para la inclusión en la UE, y todos los “Otros” que deben permanecer fuera, un punto que desarrollo más extensamente en otros textos (Rexhepi, 2015).

Los intentos críticos de cuestionar estas configuraciones, entre ellos Todorova’s “Imagining the Balkans”, destacan la orientalización europea de los Balcanes pero al mismo tiempo restan los Balcanes del imaginario postcolonial al afirmar que son «predominantemente cristianos» y carecen de cualquier «legado colonial» (2009, 20). Este reclamo abre muchas preguntas, en primer lugar: ¿Cómo los Balcanes se volvieron predominantemente cristianos y cómo explicamos los legados coloniales como el de los Habsburgo en Bosnia-Herzegovina? Sugiero tres razones principales. En primer lugar, la eliminación de las historias musulmanas llevadas a cabo por las historiografías de construcción de la nación post-otomana en los Balcanes ha naturalizado el pasado «cristiano» de los Habsburgo. En segundo lugar, el colonialismo de los Habsburgo es fácilmente desautorizado bajo la suposición de que los Habsburgo no eran una potencia colonial, a diferencia de otros imperios europeos. La observación de Said (2003: xvi) de que «cada Imperio, en su discurso oficial, no es como todos los demás, que sus circunstancias son especiales, que tiene la misión de iluminar, poner orden y democracia, y que utiliza la fuerza solo como último recurso» no podría ser más conmovedora en comparación con los argumentos que han tratado de renegar los proyectos coloniales de los Habsburgo y sus vidas posteriores. Finalmente, la tercera y quizás más importante razón se relaciona con el enfoque estrecho de los Estudios coloniales/postcoloniales, así como su aplicación limitada en los Estudios de la política contemporánea y las relaciones internacionales.

A medida que la India victoriana llegó a dominar las coordenadas espacio-temporales de los estudios postcoloniales, otras empresas coloniales en las “periferias” de Europa han quedado poco exploradas.[2] Analizadas bajo diferentes categorías y gradaciones del colonialismo, como la “europeización”, la «modernización» o la «intervención humanitaria», estas “periferias” han sido etiquetadas más recientemente como la construcción de procesos de paz/democraticos “postsocialistas” o “post-conflicto”. Estas «formas gradadas» de la soberanía imperial, argumenta Stoler (2013: 3), «no son tácticas aberrantes ni excepcionales de los regímenes imperiales, sino fundamentales para su gramática gobernante.” El llamado de Stoler a la reevaluación de «lo que constituye las relaciones coloniales contemporáneas, que cuenta como una búsqueda imperial, y que la geopolítica se basa en prácticas imperiales residuales o reactivadas» (2013: 4) es actual y necesario para interrogar lo que hace invisibles u olvidadas las relaciones de poder coloniales y postcoloniales en los estudios de Sarajevo. La lente de Stoler nos permite interrogar los enfoques dominantes sobre Sarajevo (y los Balcanes en general), llevados a cabo bajo los marcos conceptuales de la reconstrucción post-conflicto, la democratización postsocialista o la europeización multicultural.[3] ¿Por qué, pregunto, se han descuidado estos enfoques que han dejado de lado el análisis de la ciudad como un sitio “postcolonial” de formaciones imperiales? ¿Qué se puede aprender sobre la condición imperial contemporánea de Sarajevo, a través del enfoque sobre su historicidad “postcolonial”?

En la primera parte del artículo, me baso en la afirmación de Stoler (2013: 14) de que «las ruinas pueden convertirse en epicentros de reclamos colectivos renovados, como historia con una voz enérgica, como sitios que animan tanto a la desesperación como a las nuevas posibilidades, el acceso a derechos, y proyectos políticos colaborativos inesperados» para examinar cómo el rehacer y la reconstrucción de sitios coloniales, desde ruinas devastadas por la guerra hasta renovados sitios de formaciones imperiales, brinda una oportunidad para nuevas prácticas contrahegemónicas y decoloniales. Primero me centro en la reconstrucción de Vijećnica para rastrear las economías simbólicas y políticas de hacer Europa en Sarajevo, a través de las respuestas populares a la reapertura del edificio. La segunda parte del documento se centra en el Zemaljski Muzej y analiza los movimientos sociales que emergen alrededor de su reconstrucción. Sigue las luchas de lxs empleadxs del museo para mantener el funcionamiento del museo sin problemas, lo que ha resultado en la transformación gradual del museo en un sitio de contención y un sitio en el que se escuchan las quejas políticas. Finalmente, argumento qué hacer y rehacer Europa a través de sitios coloniales/postcoloniales en Sarajevo no solo expone las relaciones fundamentales de desigualdad entre el pueblo y el gobierno local frente a la espectacular demostración de fuerza de la UE, sino que también revela las contradicciones que emergen de la política de la construcción de la memoria. Mientras la UE reconstruye e invoca estos sitios como evidencia del europeísmo de Sarajevo y del compromiso de Europa con su reconstrucción y desarrollo, para lxs trabajadorxs y activistas, la reconstrucción y reapertura de estos sitios se convierte en el lugar donde cuestionan el desarrollo de la ciudad guiado por la UE.

Sitios coloniales como legado cultural: la reapertura de Vijećnica, 2014

Diseñado por el arquitecto checo Karel Pařík y construido entre 1892-1896, Vijećnica sirvió como ayuntamiento durante el período de los Habsburgo. Conocida por su asociación con el asesinato del Archiduque Franz Ferdinand en 1914 y sus bombardeos durante el asedio de Sarajevo en 1992, Vijećnica encarna la historia de la ciudad como pocos otros edificios. La sede de la administración de Sarajevo y el símbolo del poder colonial de los Habsburgo en la ciudad, el edificio fue diseñado en estilo neo-morisco para seducir a los lugareños con su aspecto «islámico», que no era otomano sino parte de una mayor tendencia de arquitectura orientalista en Europa en ese momento.[4]

Desde su reconstrucción, con fondos principalmente de la UE y Austria, Vijećnica se ha convertido en un auditorio para una serie de promulgaciones públicas de buena voluntad de la UE para la población de Sarajevo.[5] El 28 de junio de 2014, para conmemorar el centenario del asesinato del Archiduque, la Orquesta Filarmónica de Viena tuvo un concierto conmemorativo en Vijećnica. El concierto se inauguró con “Emperador”, Cuarteto de cuerdas de Joseph Haydn. El Dr. Clemens Hellsberg, el presidente de la Filarmónica, comentó en su discurso de apertura que «es más que un concierto que nos reúne en la magnífica Vijećnica, el símbolo de la ciudad de Sarajevo, una ciudad que puede considerarse un símbolo de Europa «como siempre ha sido» un lugar de encuentro entre Este y Oeste, entre Oriente y Occidente (…) «. Extiendiendo la idea de una Europa unida como el proyecto más visionario del continente, Hellsberg rezó para que «Dios salve a Bosnia y Herzegovina pacífica y europea» («Concierto en Sarajevo» 2014). Los comentarios estuvieron llenos de múltiples ironías y contradicciones que surgen de la interpelación de un sitio colonial como un «símbolo de Europa» en el Sarajevo postcolonial y (post)socialista.

[«Estamos ocupadxs de nuevo… por imperialismo, por la UE y la Comunidad Internacional, por MMF, por fascismo, por capitalismo, por nacionalismo.» Protestas en Sarajevo, 28 de junio de 2014. Foto: Adla Isanović]

Mientras continuaba el concierto en su interior con un repertorio que conmemoraba el Imperio Habsburgo, su Emperador y el Archiduque, un grupo de ciudadanos con máscaras de su asesino Gavrilo Princip protestaban afuera. Al interrogar el borrado del acto heroico de Princip para liberar al país del dominio colonial, uno de los manifestantes portaba un letrero que decía «El anti-imperialismo comenzó en Sarajevo el 28/6/1914».[6] Para conmemorar el centenario del asesinato, en el lugar donde una placa de la era socialista honró a Princip como el héroe que «llevó a cabo la voluntad del pueblo contra la tiranía», una nueva placa ahora simplemente señala el lugar donde «Princip asesinó al Archiduque». Una calle abajo de Vijećnica, el antiguo Museo de Mlada Bosna, la organización a la que perteneció Princip, ha sido renombrado como el Museo de Sarajevo, erradicando cualquier indicación de la historia del movimiento.[7] En cambio, el museo ahora está dominado por una exhibición de muñecas de tamaño natural de Fernando de Austria y su esposa Sophie, la duquesa de Hohenberg, dejando a Vijećnica el día del asesinato.

Vijećnica se había reabierto el 9 de mayo de 2014, coincidiendo no coincidentemente, con el día de la celebración de la Unión Europea. Acompañado por el vals vienés, el evento fue catalogado como «símbolo mundial de (la) reunión de civilizaciones». Bakir Izetbegović, miembro bosnio de la presidencia tripartita de Bosnia y Herzegovina, llamó a la apertura solemne una «victoria de la civilización sobre la barbarie», mandando saludos al mundo de «Sarajevo cosmopolita, europeo y multicultural» («Obnovljena Vijećnica» 2014). El Alto Representante para Bosnia y Herzegovina, el austríaco Valentin Inzko, explicó que los fondos iniciales fueron prometidos por el Canciller austriaco Franz Vranitzky durante su visita a Bosnia en 1996. El Alto Representante de la época, Carl Bilt, le había dicho a Vranitzky que una costumbre bosnia dicta que no puedes visitar la casa de alguien sin un pequeño presente. Fue en esta ocasión, dijo Inzko, que el Canciller prometió 1.400.000 marcos alemanes para la reconstrucción de Vijećnica («22 godine nakon što je zapaljena» 2014). Agregando que el resto de la financiación fue proporcionada por la UE, Inzko llamó a la reconstrucción del edificio un símbolo de solidaridad y un regalo de los ciudadanos de la UE para la gente de Sarajevo.

Como los discursos y las actuaciones se llevaron a cabo dentro del edificio, en el exterior, una proyección multimedia 3D acompañada de música, un conjunto de imágenes de diseño gráfico y fotografías, narraron la historia de Sarajevo. En la fachada de la recientemente pulida Vijećnica, el espectáculo se desarrolló con la llegada del tranvía a Sarajevo en 1885, seguido de una representación geométrica abstracta de la unificación y desintegración del Reino Yugoslavo entre guerras, ensombrecido por la ocupación nazi que encarna la llegada de un periodo nefasto para la ciudad. La música triunfante y la marcha de los partisanos anunciaron la Yugoslavia socialista, ilustrada principalmente a través de los juegos olímpicos de Sarajevo y seguida por otro período nefasto de la década de 1990 con el asedio de Sarajevo, señalado por alambres de púas e imágenes de Vijećnica bombardeada. Finalmente, el espectáculo terminó con una intensificación de las modalidades visuales y semióticas que culminaron en Vijećnica recuperando el resplandor imperial que tuvo una vez.

Temprano ese día, me uní a un gran grupo de manifestantes en las afueras de Vijećnica, mientras la policía estaba bloqueando a los manifestantes que habían aprovechado la oportunidad para mostrar su descontento con la pobreza, el desempleo, la disminución del espacio público y la falta de recursos en general que continúa plagando la ciudad 20 años después de la guerra. Inspirados por los movimientos plenum que comenzaron a principios de año[8], los manifestantes fueron dirigidos por los trabajadores de la construcción que habían reconstruido Vijećnica y los ex empleados de la biblioteca allí durante el período socialista, cuando el edificio albergaba la Biblioteca Nacional. Mientras la policía acordonaba nuestro movimiento hacia el edificio, los manifestantes gritaban «Esta es una ciudad libre» y «Este es un país soberano» y mostraban carteles que decían «Sindicatos de Solidaridad», «Balcanes desafiantes uníros» y «Marcha por la Libertad». Cuando las autoridades locales e internacionales llegaron para la ceremonia, gritaron «Revolución», «Ladrones» y «Dimisión». Almir Arnaut, uno de los organizadores de la ciudad bosnia de Tuzla, habló a los manifestantes, recordándoles que se trataba de «los trabajadores quienes reconstruyeron Vijećnica y ahora nuestros propios ladrones y sus contrapartes extranjeros la están manchando». A medida que estalló una pelea entre policías y manifestantes, nos llevaron al otro lado del río Miljacka, donde, rodeados, algunos de nosotros terminamos en el parque At Mejdan. Aproveché el momento para hablar con Ivana, que llevaba un cartel de «Marcha por la Libertad». «Las protestas son importantes porque desafían el sentido común de cómo se maneja nuestro país», dijo, «e incluso si no logramos objetivos políticos «reales», el mensaje a los ciudadanos reunidos aquí es claro: ésto es un espectaculo y no queremos más espectáculos, queremos empleo, comida y escuelas.” La demanda por empleo, comida y escuelas «en tres idiomas» se había convertido ya antes en uno de los signos más ubicuos de los plenums ya que los trabajadores, los estudiantes y los ciudadanos habían tratado de enfrentar la fragmentación étnica de Bosnia de Dayton a través de demandas económicas y políticas.

Entre aquellos de nosotros que nos quedamos en el parque At Mejdan, las conversaciones se desarrollaron en torno a la oportunidad perdida de entrar a Vijećnica o acercarse a ella, sobre todo porque «podríamos haberlos avergonzado a todos de una vez», como un manifestante notó con desilusión refiriéndose al hecho que el evento contó con la presencia de funcionarios locales e internacionales. La mayor parte de la ira se dirigió al presidente Izetbegović y particularmente al Alto Representante (Kurier, 2 de agosto de 2014), quien al inicio de las protestas del Plenum había advertido que, «si la situación va en aumento, deberíamos pensar en las tropas de la UE». Esto, como señaló Almir en una conversación más tarde esa misma noche, “había suscitado temor por parte de un considerable número de ciudadanos que» aunque desean participar, tienen edad suficiente para recordar lo que las tropas invocan en sus recuerdos.» Cuando entrevisté a los participantes de las protestas un año después, uno de ellos comentó que «la naturaleza más problemática de la reconstrucción de Vijećnica no fue tanto su reconstrucción como su re-designación de la biblioteca universitaria al ayuntamiento y el espacio privado para eventos». Cuando les pregunté acerca de sus objeciones políticas sobre Vijećnica, muchos de los manifestantes señalaron que no solo Vijećnica fue designada para uso público durante el socialismo, sino también otros edificios, incluidos muchos que se identificaron con los regímenes anteriores, incluida la era de los Habsburgo, como Zemlajska Banka, un monumento significativo donde la llama a la hermandad y la unidad de Yugoslavia todavía arde. Los manifestantes argumentaron que la elección de la administración socialista para rediseñar estos sitios para uso público o la conmemoración de luchas antifascistas comunes fue guiada por un intento de transformar el paisaje de autoridad colonial y del reino yugoslavo al designarlos como espacios públicos. Su despojo de la influencia del gobierno es importante para reinventar una lucha colectiva que no estaba fragmentada a lo largo de divisiones étnicas y religiosas, sino que estaba guiada por posibilidades emancipatorias. El retorno de la autoridad y la posterior privatización de estos espacios señala una reversión de las prácticas y promesas descolonizadoras socialistas, un fenómeno posterior a la Guerra Fría en los espacios postcoloniales que no se limita a Sarajevo. De hecho, Araújo y Maeso (2015: 3) han notado que la restauración de los sitios coloniales por los antiguos poderes colonizadores está involucrada simultáneamente en «borrar y banalizar las historias de luchas colectivas y cuestiones de responsabilidad política.”

Múltiples iniciativas europeas han buscado activamente monopolizar el significado de las celebraciones del centenario de la Gran Guerra en Sarajevo. En una sesión plenaria del Parlamento Europeo en 2011, Doris Pack propuso que la asamblea nombrara a Sarajevo Capital Europea de la Cultura para 2014. Pack argumentó que «Sarajevo tiene un lugar especial en la historia y cultura europeas» y que éste sería «un paso importante en términos de enterrar a los fantasmas de las antiguas divisiones europeas de una vez por todas y mostrar la nueva Europa al designar a la ciudad como una nueva Capital Europea de la Cultura Europea. «La resolución del Parlamento Europeo lo llamó «un paso importante hacia la superación más allá de las divisiones europeas y mostrando la Nueva Europa al otorgar el título de Capital Europea de la Cultura a una ciudad que fue escenario de eventos tan trágicos en el transcurso del siglo XX.” El Ayuntamiento de Sarajevo rápidamente preparó una solicitud enfatizando que la nominación «confirmaría sus potenciales modernos para el desarrollo de una metrópolis europea moderna» (ECOC Sarajevo, 4) y que destacaría la dimensión europea de la ciudad y la singularidad de cultura e historia europea.” Bajo una categoría más amplia titulada» Siglo de las Artes 1914-2014 «, el consejo propuso una exposición especial llamada EUROPA – 100 Años Después, considerada «extremadamente importante como un contrapunto a las divisiones y rupturas en el siglo XX» (ECOC Sarajevo: 16). Finalmente, al abordar la cuestión de cómo la propuesta de la ciudad de Sarajevo garantizará la visibilidad y la promoción de la UE, el comité respondió destacando que la reconstrucción del Ayuntamiento destruido, Vijećnica, se mostraría como uno de los principales logros de Europa en Sarajevo (ECOC Sarajevo, 2014: 47). Manuel Barroso, entonces presidente de la Comisión Europea, respondió (Economist 2011) reconociendo el «lugar especial de Sarajevo en la historia europea» y acordó que la conmemoración de la Primera Guerra Mundial tendría un «valor simbólico para Europa» al mostrar que Sarajevo «Ha dejado atrás su pasado y ahora está mirando hacia un futuro europeo pacífico». Sin embargo, rechazó la propuesta por considerar que el título solo se otorga a ciudades dentro de la UE, un argumento similar contra los esfuerzos para hacer de Sarajevo Capital Europea de la Cultura en 1994 durante el asedio para llamar la atención sobre sus condiciones genocidas.[9]

En noviembre de 2016, volví a Vijećnica y una de las curadoras, Merjem Hasanović, me hizo una visita guiada. Un banco local había contratado la sala de ceremonias y los pasillos superior e inferior para un evento privado, así que después de una breve vista de la nueva cámara del Ayuntamiento, continuamos bajando las escaleras hacia el sótano, donde una exposición de 2014 se había convertido en una instalación semi-permanente. Merjem señaló que la exposición, titulada «Sarajevo 1914-2014», «no tuvo mucho que ver con la forma en que vemos la historia, sino porque (esto) es un gran problema en Europa». En la exposición, representaciones de guerra, desplazamiento y la falta de recursos entraron en el marco solo como fragmentos de capítulos más nefastos de la historia de la ciudad. La política del colonialismo y la segregación postsocialista, la sectarización y la segmentación en Sarajevo están todas ocultas bajo una organización temporal que designa estos proyectos políticos como austro-húngaro, reino yugoslavo, y socialista yugoslavo. Absorbiendo y neutralizando el potencial de otros pasados ​​no-coloniales que podrían generar relaciones sociales alternativas, la exposición representaba el pasado socialista de la ciudad como una aberración de una narrativa histórica singular de integración imperial, en lugar de una formación en la lucha contra ella. Los futuros imperiales son apropiados para Sarajevo y Europa en general de una manera que los futuros socialistas no lo son. La reconstrucción de Vijećnica marcó el final de la exposición, caracterizada como un «retorno» a su identidad original. Al leer el libro de visitas, Mejrem señaló que casi todos los visitantes son turistas o devotos de la diáspora y que los lugareños «son tímidos o demasiado desinteresados ​​para asistir». El mes siguiente, sin embargo, el 3 de diciembre de 2016 dos asociaciones ciudadanas, “Jedan Grad, Jedna Borba” y “Dobre Kote”, bajo una pancarta que dice «Vijećnica je Naša» (Vijećnica es nuestra), hicieron exactamente eso. En el interior del edificio, junto a la escalera, instalaron “Narodna čitaonica” (Sala de lectura popular), como una acción directa para enfrentar su toma por parte de las autoridades de la ciudad y su posterior comercialización. En una carta que sirve como un llamado a la acción escrita por “Dobre Kote” el 3 de diciembre de 2016 (más tarde publicado en la página de Facebook de la organización), los organizadores señalaron que, «Vijećnica después de la Segunda Guerra Mundial nos pertenecía a todos. Al convertirlo en una biblioteca en 1949, las autoridades de la época le dieron el edificio a toda la sociedad de Bosnia y Herzegovina.» Después de media hora, la policía, junto con la seguridad del edificio, arrojaron a todos los participantes afuera argumentando que «las escaleras no son espacio apropiado para leer.»

El rechazo de borrar la memoria de las solidaridades socialistas, aún presentes en las luchas colectivas por la justicia social y el espacio público, coinciden y se complican en relación a otras formas de historias coloniales recuperadas. Las conectividades de la lógica gubernamental de las instituciones coloniales, sus vidas posteriores y reinstalaciones contemporáneas no siempre son directas. Los sitios e instituciones coloniales dejan marcas de tenacidad en las historias nacionales postcoloniales, haciendo surgir preguntas sobre las narrativas que reactivan, y las prácticas de conocimiento endurecidas que mantienen, al no abordarlas o silenciarlas. Mientras, Vijećnica se ha convertido en un sitio en el que las tensiones de las historias postcoloniales y (post)socialistas son confrontadas continuamente por varios movimientos. La reapertura de otro sitio post- Habsburgo y post-socialista, el Zemaljski Muzej, ha evacuado y evitado estas tensiones al centrar sus reclamos en el trabajo precario de los empleados del museo, dejando de lado las investigaciones sobre el contenido de los museos o la colonialidad. En cambio, “Ja sam Muzej” (Yo soy el Museo), el movimiento que está detrás de los esfuerzos para reabrir el museo, ha buscado traer visibilidad y enmarcar sus demandas en torno a cuestiones de cultura y preservación. Estas demandas hacen un llamamiento a la UE y a lo que se refiere a la disminución del espacio público y la des-financiación de la cultura, como una forma de abordar más las preocupaciones locales.

“Ja sam Muzej”: Zemaljski Muzej y las historias coloniales de Sarajevo

En agosto de 2015, el intérprete y artista queer bosnio Božo Vrećo anunció que las ganancias de la venta del vestido que había llevado en el Festival de Cine de Sarajevo se destinarían a “Ja sam Muzej”, la iniciativa de reabrir “Zemaljski Muzej”. Como una iniciativa de base, “Ja sam Muzej” se convirtió en una campaña unificadora en Sarajevo. Artistas locales e internacionales fueron invitados a convertirse en simbólicos “dežurni” («personas de servicio») para el museo en muestra de su apoyo. En parte debido a la indiferencia y en parte debido a la disposición gubernamental de Bosnia de Dayton, que no proporcionó ninguna entidad de financiación federal para las instituciones culturales, el museo fue cerrado y reabierto varias veces, y finalmente cerrado definitivamente en 2012. Equipado con diseño gráfico, visuales, cuentas de redes sociales y videos de youtube que se inspiraron en la construcción del museo, su historia y artefactos, “Ja sam Muzej” produjo y propagó carteles, postales, camisetas y varios objetos de interés para promover la reapertura del museo. En su sitio web oficial (jasam.zemaljskimuzej.ba), los organizadores presentaron el museo como un sitio crucial «para comunicar a la población más joven de Sarajevo y Bosnia y Herzegovina la importancia de proteger esta institución y presentarla como un espacio acogedor que es vital para la comunidad urbana.” John Holland, el periodista de CBS que cubrió el asedio de Sarajevo, en un video de youtube producido para la campaña recordó a los espectadores que el “Zemaljski Muzej” era el “alma de la nación», y agregó que “un museo como este es importante ya que sin él, la ciudad quedará vacía y las personas que quieran reescribir la historia pueden influir en ella de una manera que no beneficia a nadie» («Dežuram za Muzej», 2015). La UE respaldó firmemente el movimiento, financiando reparaciones del daño causado al museo durante la guerra.

Para Nebojša, mis preguntas sobre la naturaleza colonial del museo, la descolonización del museo y las formas en que el museo narra una historia de Bosnia y Herzegovina organizada y exhibida por el régimen colonial, parecían distantes de las preocupaciones inmediatas que enfrentaban lxs trabajadorxs del museo, la disolución del espacio público y la des-financiación general de iniciativas culturales. En consecuencia, la preocupación inmediata era que «el museo funcionara», como dijo Nebojša, y que lxs trabajadorxs recibieran su paga. A principios de semana, había hablado con un activista que había participado en la reapertura del museo, pero que se había distanciado con la llegada de fondos de la UE. El activista argumentó que «si la campaña para salvar el museo se centró en las condiciones de lxs trabajadorxs, ¿cómo explicamos la salvación del museo por parte de la UE mientras la UE contribuye a esas mismas condiciones?» Quizás esto sirva para ilustrar cómo la UE, según sostiene Bjelić (2016: 3), «cambia la propiedad de sus historias coloniales a los antiguos sujetos coloniales». De hecho, al recibir el premio Europa Nostra, el director de Zemaljski Muzej, Mirsad Sijarić, señaló que «los europeos y la Unión Europea reconocieron lo que el gobierno de Bosnia y Herzegovina no hizo.” El hecho de que la UE salve el museo no solo plantea la cuestión de qué se puede salvar del museo colonial, sino también quién más podría haber sido su salvador?

Establecido por la administración colonial de los Habsburgo de Bosnia y Herzegovina en 1888 como epicentro cultural para que la provincia recién adquirida recolectara, exhibiera y propagara la producción de conocimiento antropológico, arqueológico e histórico y el análisis de la población de Bosnia, “Zemaljski Muzej” sirvió como institución educativa dirigida a forjar una identidad nacional bosnia post-otomana. Como la mayoría de los otros museos coloniales, Zemaljski también recolectó, clasificó y exhibió la historia natural y los recursos minerales de la provincia. Se convirtió en una herramienta importante para inventar, estructurar y sincronizar la identidad bosnia pre-otomana con la historia europea. A través de su propio periódico, “Glasnik Zemaljskog Muzeja”, el museo ha historizado y comisariado una identidad nacional bosnia y, al mismo tiempo, crea una memoria colectiva de un pasado compartido imaginado de todos los pueblos que viven en el territorio de Bosnia. En este sentido, el museo fue una empresa colonial que se basó en olvidar ciertos pasados ​​otomanos y vincular las temporalidades pre-otomanas con los proyectos austro-húngaros concurrentes de “Bošnjaštvo”[10], según los cuales los pasados ​​otomanos fueron designados como «sitios de olvido» (Walton 2016).

El museo estaba destinado a hacer Bosnia y Herzegovina legibles, y para integrarla en el mapa común del imperio y de Europa, presentando la colonia a los investigadores europeos como “un Eldorado” para la etnología y la antropología (Čulič, 1988: 264). Mientras se hicieron intentos para producir la historia del territorio como europeo históricamente, había una producción constante de diferencia insuperable en la presentación de la población local como europeos contaminados, cuya asimilación se presentó al mismo tiempo deseable, pero imposible. Las colecciones de imágenes y objetos materiales de “Zemaljski Muzej” fueron enviados frecuentemente a Viena y Budapest por la administración colonial para exhibir a los nativos en museos y universidades (Reynolds-Cordileone, 2015). La colonización de Bosnia, con su gran población musulmana, permitió que el Imperio de los Habsburgo reforzara su imagen “auto-estilizada” como un “protector del cristianismo en Europa Central y los Balcanes” contra la supuestamente continua amenaza de una invasión otomana/islámica (Ruthner 2008: 8). La mayor ambición de los Habsburgo era hacer del museo un sitio central para las expediciones de recopilación de conocimiento en las provincias otomanas más al sur de los Balcanes como Albania, Kosovo y Macedonia (Kapidzic 1973: 437).

Las sociedades postcoloniales y postsocialistas, como sostiene Tlostanova, «ofrecen ciertas formas autorizadas de memoria colectiva construida que no conserva sino que borra el pasado todavía lleno de fantasmas inquietos» (2017: 157). En su versión actual, el museo está organizado de acuerdo con una periodización antigua-romana-medieval.[11] El pabellón romano narra la historia de Bosnia desde sus primeros asentamientos hasta la llegada del cristianismo temprano. El segundo piso representa la Bosnia medieval a lo largo de una narración clara y coherente transmitida a través de objetos que relatan el Reino de Bosnia. Esta sección ocupa el espacio más grande de la exposición. Los Habsburgo estaban interesados ​​en establecer un vínculo bosnio pre-otomano con la Europa medieval en general y con Hungría en particular. Tanto en sus exposiciones como en sus publicaciones de “Glasnik”, se hizo hincapié en la europeidad de Bosnia y Herzegovina pre-otomana. Un artículo de septiembre de 1894, por ejemplo, que comenta sobre una reunión de antropólogos europeos en Sarajevo, señala que habían llegado a la ciudad para desenterrar y estudiar «la noble y talentosa gente que vivió aquí y se había basado alguna vez en la cultura de Europa occidental” (Hörmann 1894: 530), y de no haber sido por la invasión otomana, hoy hubieran sido iguales a las demás naciones europeas. El artículo señala que con la instalación del museo, el gobierno colonial provincial se encargaría de rectificar esta historia inoportuna. En una de mis visitas al museo, mi guía Ana señaló las flores de lis en el escudo de armas del rey Tvrtko, que más tarde fue usado por los Habsburgo como el escudo de Bosnia, para ilustrar la relación de Bosnia con Europa. Esta curaduria específica de la historia de Bosnia no es completamente irrelevante para legitimar la política actual de la «integración” en la UE. La exposición medieval de Bosnia termina con la captura de Bosnia medieval por los otomanos. El pabellón medieval cierra abruptamente el espacio expositivo del museo de historia, sin contar los cuatro siglos siguientes de la historia otomana.

La siguiente sección del museo, el edificio de etnología, contiene escenas de la vida diaria contemporánea y las condiciones de vida locales de Bosnia durante el período temprano de los Habsburgo. Un comerciante otomano es la única referencia al período en que la representación de los mercaderes musulmanes, cristianos y judíos destinada a rendir el homenaje a la coexistencia interreligiosa en el contexto del comercio otomano de Bosnia.[12] El presente/pasado otomano se presenta como congelado en el tiempo, un intento de los Habsburgo de establecer límites temporales claramente definidos entre el viejo pasado otomano y el nuevo presente de los Habsburgo moviéndose hacia el futuro. En este sentido, el museo cumplió su propósito de convertirse en lo que Anderson (1991: 252) llama «regalía para un estado colonial secular». La importancia de esta partición temporal en “Zemaljski Muzej” también ilustra las tensiones políticas de la época. Parte de la población musulmana de Bosnia aún alimentaba la idea de la reunificación con el Imperio Otomano.[13] Por tanto, su orientación hacia Viena era equivalente a la cartografía geopolítica del siglo XIX de las fronteras raciales, geográficas y temporales de Europa que produjo a los otomanos en los Balcanes como una intrusión en Europa. Esta orientación, historización y formación de sujetos de la población colonizada fue particularmente poderosa dado que coincidió con la aparición de formas de gobierno biopolíticas. Bosnia y Herzegovina ofreció una oportunidad para que el establecimiento científico austro-húngaro probara nuevos enfoques de salud, saneamiento y psicología, todo bajo el proyecto de civilizar, ordenar y orientar a los lugareños hacia una vida europea plena.[14]

La disposición aparentemente inocua del tiempo y el espacio en el Museo produce y encubre el conocimiento. La centralidad de Bosnia medieval como un dispositivo de orientación hacia Europa hace que el «retorno» post-otomano a Europa sea inevitable o irrevocable. Como he argumentado en otra parte, las similitudes entre las reconfiguraciones post-otomanas y post-socialistas del tiempo y el espacio promulgadas por historiografías europeas y balcánicas han tratado de establecer una continuidad con las historias europeas concurrentes a proyectos de europeización contemporáneos que producen la «fusión con Europa como un objetivo pre-ordenado» (Rexhepi, pendiente de publicación). Producir historias otomanas o socialistas como desajustes temporales del camino lineal europeo excluye cualquier posible futuro alternativo. Examinando las representaciones de Sontag, de Sarajevo durante la guerra, por ejemplo, Kotecki (2016: 655) ilustra cómo la idea de Europa fue privilegiada en los debates sobre la ciudad, que, no solo «omitió/omite otras historias y legados» sino también no deja espacio para «imaginar algo diferente a ‘Europa’ como objetivo.» Sin embargo, a diferencia de Vijećnica, las autoridades yugoslavas (tanto Reales como socialistas) no cambiaron la disposición colonial del museo. Esta es quizás una de las razones por las que las afirmaciones contemporáneas sobre el edificio giran menos en torno al futuro decolonial socialista que ya fue y más en torno a los futuros europeos por venir.[15]

Una de las principales dificultades para rastrear las conexiones del colonialismo y la política contemporánea, argumenta Stoler (2016: 1-2), es que estas conexiones «no siempre están inmediatamente disponibles para una comprensión fácil, en parte porque las implicaciones coloniales no tienen una vida propia» sino que se «envuelven alrededor de los problemas contemporáneos” perdiendo “su presencia visible e identificable en el vocabulario, la gramática conceptual y los modismos de las preocupaciones actuales.» Esto se hace evidente en Sarajevo, una ciudad que ha atraído poca atención en estudios coloniales/ postcoloniales a pesar de las formas aparentes en que la Unión Europea ha llegado a reclamar y utilizar los antiguos sitios e instituciones coloniales en la política postsocialista de expansión de la UE. Cuando las críticas postcoloniales y postsocialistas se han fusionado, su principal utilidad como paradigma conceptual ha sido pensar en los «post» tanto en el colonialismo como en el socialismo, pero no necesariamente aplicados a la política contemporánea que ambos «post» han engendrado mutuamente.[16] Sin embargo, los proyectos que emplean la memoria nunca son hegemónicos, ya que la memoria no puede ser totalmente contenida en los proyectos de renovación urbana y museificación; sus sentimientos y afectos escapan a las narrativas coherentes de la temporalidad lineal progresiva europea. Son continuamente cuestionadas por aquellxs que rechazan «una visión del pasado como acabada y el presente como democrático y post-genocida» (Haritawarn, Kuntsman, y Posocco 2014: 3).

Conclusión

Citando los versos de Princip «Nuestras sombras caminarán por Viena, vagando por el palacio, asustando a la pequeña nobleza», el crítico bosnio Bazdulj observa que a menudo recuerda estas líneas cuando viaja a Europa occidental: «En los museos europeos, especialmente en Viena, los jóvenes bosnios y los yugoslavos, refugiados de la guerra fratricida, trabajan como vendedores de boletos y guardias de valiosas obras de arte. Tarde en la noche beben y cantan y luego deambulan por las calles vacías.» (Bazdulj 2014: 9). La instrumentalización de “Vijećnica” y “Zemaljski Muzej” para organizar, contestar y confrontar el pasado y al mismo tiempo proporcionar una dirección para el futuro de Bosnia y Herzegovina se basa en la recuperación no solo de los sitios coloniales físicos, sino también de las narrativas coloniales. Al resituar el pasado otomano y socialista de Sarajevo, el legado colonial de los Habsburgo se ha convertido en una narrativa pertinente y potente en los procesos de integración de la UE. Esta es quizás la razón por la cual no es inusual en la última década encontrar paralelismos entre la UE y los Habsburgo, donde el pasado colonial se presenta como un futuro virtuoso.[17] Por tanto, la reconstrucción de “Vijećnica” y la reapertura de “Zemaljski Muzej”, junto con la atención e inversiones otorgadas a estos sitios “postcoloniales” (los cuales tienen lugar en medio de la soberanía suspendida de Bosnia y Herzegovina y las demandas de expansión de la UE) ilustran cómo la continuidad del proyecto civilizatorio colonial de los Habsburgo se fusiona con las nuevas misiones de la UE para hacer que Sarajevo, después del socialismo y el asedio, vuelva a ser europeo. Más importante aún, los relatos de la guerra y el asedio de Sarajevo producidos durante la resucitación de estos sitios que representan a Sarajevo como el «capítulo oscuro de la historia europea» y el «símbolo de Europa» permiten rehacer una historia europea que no solo niega la historia colonial de la ciudad misma, sino que desvincula a Europa de sus historias más amplias de esclavitud, conquista, subyugación, colonialismo y racismo. La tensión entre la lucha universalista eurocéntrica por el espacio público y un mundo post-neoliberal no está en oposición con las luchas decoloniales, ya que tal vez no necesita serlo – al contrario, en los movimientos políticos que han surgido alrededor de estos sitios, parecen ser parte de la misma lucha. La lucha por un Sarajevo post-neoliberal y post-europeo puede ser la encarnación del “contradiscurso” de Ciccariello-Maher (2017: 6), un intento de poner en movimiento la «radicalización de la tradición dialéctica y al mismo tiempo abrirse hacia su descolonización.»

Piro Rexhepi es profesor e investigador post-doctoral en el Instituto Max Planck de Estudios Religiosos y Diversidad Étnica. Su trabajo de investigacion se centra en la política de sexualidad (post)socialista en Kosovo y BiH, el activismo LGBTQ en (post)Yugoslavia, Islam en Europa del Este, orientalismo y homonacionalismo.
[1] Para más información ver Armstrong y Anderson (2007) y Vanhoutum (2010)
[2] Es importante diferenciar entre los estudios coloniales/postcoloniales y la colonialidad/decolonialidad en que este último surgió del grupo de investigación Modernidad/Colonialidad/Decolonialidad en relación a los movimientos descoloniales en América Latina y más ampliamente en el Sur global. La colonialidad se conceptualiza, entre otras cosas, no como derivativa del capitalismo sino como la imbricación del capitalismo y el colonialismo. Para más información, ver Mignolo (2011) y Bhambra (2014) y en relación al antiguo mundo socialista, ver Tlostanova (2012), Kancler (2014) y Gržinič (2014).
[3] Un esfuerzo reciente para conceptualizar a Sarajevo y BiH a través de la de/colonialidad es Majstorović y Vučkovac(2016)
[4] Para más información ver Alic (2004).
[5] Para una historia detallada del edificio antes, durante y después del asedio de Sarajevo, ver Hartman (2016)
[6] Claudio Magris, por ejemplo, considera el asesinato como el «comienzo de la liberación de los países de África y Asia, que las antiguas potencias europeas, unidas, habrían podido continuar gobernando y explotando»(Bazdulj 2014: 7).
[7] Para un debate en curso sobre Mlada Bosna, ver Aleksov (2014) y Bazdulj (2014).
[8] Para más información sobre el movimiento Plenum ver Štiks, Igor, y Horvat, Srećko 2014. “The New Balkan Revolts: From Protests to Plenums, and Beyond.” Open Democracy. Marzo 12, 2014.
[9] Para más información ver Sarajevo Adopted As Cause In Paris, en The New York Times, por John Rockwell, Octubre 19, 1993.
[10] Para una descripción histórica sobre la construcción de la identidad Bosnia, ver Hajdarpasic (2015).
[11] Para más información, ver Koselleck (2004: 17).
[12] La última sección del museo, el pabellón de historia natural, contiene un detallado mapa geológico y medioambiental de Bosnia, tal como lo concibió Benjamin Kállay, un administrador colonial que insistía en que, además de cultura y conocimiento, el museo también debía ser una empresa económica (Dautbegović 1988: 13).
[13] Para una historia detallada, ver Amzi-Erdoğdula (2013).
[14] Para más información, ver Fuchs (2011:58)
[15] Varias intervenciones fuera del museo han cuestionado la narrativa singular impuesta por el museo. Tales intervenciones han sido promulgadas por lo que Tlostanova llama «embaucadores postcoloniales/postsocialistas» o «pensadores fronterizos transmodernos y habitantes de la frontera que desestabilizan la convencionalidad y negocian la modernidad y la esfera de su alteridad» (2017: 129). En «Greetings from Europe», por ejemplo, los artistas de Sarajevo Kurt&Plasto han representado esta «subjetividad del embustero» en una serie de postales que exponen los vínculos de la UE con antiguas empresas coloniales y actitudes con las que siguen tratando a la población de Bosnia y Herzegovina como niños. En una de ellas, ambos artistas posan en pañales con el emblema de los Hapsburgo sobre el cofre colonial bosnio bajo la inscripcion “Prinz EUgene”.
[16] Para más información, ver Atanasoski (2013) and Chari and Verdery (2009).
[17] Ver por ejemplo Caroline de Gruyter “Habsburg Lessons for an Embattled EU” en la web “Carnegie Europe”, 23 de Septiembre, 2016.
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