Diálogos de resistencia: Entrevista a Olga Xaipe, werken* Mapuche
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Acá hay que estar en el lugar y pelear tal como lo hicieron los antiguos, porque ellos derramaron sangre y esa historia no se puede borrar
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A modo de introducción y contextualización
Fotografía: Felipe Durán, 15 de noviembre 2016. Lugar: Cañete, provincia de Arauco. Región del Bio Bio- Chile. Motivo: Marcha por la libertad de todos los presos políticos mapuches
El pueblo-nación Mapuche ha estado en constante tensión por la defensa y recuperación de sus tierras. Si bien en el artículo primero de la ley indígena[1] reconoce que la tierra es el fundamento principal de la existencia y cultura de los “grupos indígenas”, ésta no reconoce el derecho a territorio sino a tierra; conceptos que revisten una significativa diferencia. La tierra se relaciona con el derecho de propiedad; en cambio el territorio aborda una dimensión más amplia, pues es donde se vive y manifiesta la vida e identidad cultural, espiritual y material de un pueblo; es decir, caracteriza dinámicas de convivencia que se expresa en otras formas de relación entre humanos, entre pueblos y con la naturaleza. Considerarlo implica transformaciones paradigmáticas que permitirían enfrentar situaciones tan violentas como lo es el extractivismo y la asimilación sociocultural.
Ahora bien, existen algunos antecedentes históricos a considerar. En el año 1598 los mapuches lograron que los españoles desistieran de su empresa conquistadora al sur del Biobío, pues fueron derrotados militarmente en Curalaba. A partir de la década de 1880, el estado chileno ocupó militarmente el territorio Mapuche para integrarlos a la soberanía nacional; para lo cual desarrolló una política de colonización destinada a que españoles, alemanes, franceses, italianos y suizos, entre otros, ocuparan los territorios usurpados.
La política de usurpación y colonización prosiguió en el siglo XX, ello se observa en la grosera reducción territorial, la cual pasó de 10 millones de hectáreas a 500 mil en 1930. Un punto de inflexión se observa en el gobierno de Salvador Allende (1970-1973), donde se dispuso una distribución y devolución de tierras ancestrales. Si bien durante este gobierno se produce una devolución de tierras, es necesario indicar que su interés o enfoque político totalizó las posturas y las decisiones sobre lo que era más o menos importante, lo cual nos conecta con dos cuestiones.
La primera es que lo mapuche no es centro de las problemáticas sociales de dicho gobierno, pues subordina la relevancia histórica de la raza en los procesos de construcción del estado/nación. De allí que se estableció una continuidad –por amable que haya sido este gobierno- con el racismo de la sociedad chilena, la cual no reconoce como significativo un problema que está derechamente conectado con la colonización de territorios y su explotación. En este sentido, pareciera que el capitalismo o la lucha contra éste, se desagrega sin hacer parte, en igualdad de condiciones, del proyecto de dicho gobierno. Por cierto, esto tiene diversas aristas e inflexiones, pero deseamos mostrar -sin profundizar demasiado- una mirada que diversifique las posiciones que evalúan a esta periodo/etapa como un avance estructuralmente significativo. Probablemente la devolución de las tierras ha podido ejercer un efecto dominó en el comportamiento de la sociedad chilena, sin embargo, la Colonialidad de este proceso está centrada en un pensamiento categorial en el que confluyen distintas variables/ejes/dimensiones de opresión, lo cual nos permite observar y enfatizar cómo lo colonial pervivió (y pervive) en este (y la mayoría) de proyectos de izquierdas.
Lo segundo y relacionado con lo anterior, es que siendo lo legal tan importante, justifica la mirada histórica de este proceso, pues se cifra la transformación de la realidad mapuche en avances plausibles que superaran los estados de precarización a los que estaban sometidos. Ello demuestra paradójicamente una relación bastante liberal con los derechos, al menos ese es el modelo que subsiste y que impone sus propios tiempos y términos.
Estas distinciones permiten visualizar la trama de violencia que ha estado presente en la historia represiva hacia el mapuche; evidenciando que la valoración y respeto cultural/identitario y también la redistribución territorial, requiere generar condiciones radicales para esto y, a la vez, desarrollar un enfoque/mirada descolonial que critique el derecho o al menos que ponga en cuestión la paradoja que se extiende desde su carácter universal.
Ahora bien, durante la dictadura militar el panorama cambio rotundamente, las tierras que se lograron recuperar mediante la reforma agraria, finalmente terminaron en posesión de los antiguos latifundistas, generando una ola de asesinatos, persecución y represión. A comienzo de la década de 1990 con la llegada de la “democracia”, se estableció una legislación que definió derechos mínimos hacia los pueblos originarios: reconocimiento cultural, étnico y jurídico. Sin embargo, estas medidas no resolvieron la problemática y demandas históricas. La inserción de Chile en la economía mundial acentuó el conflicto; sus tierras son utilizadas para suplir las exigencias de materias primas, principalmente celulosa. Hoy, los recursos naturales presentes en tierras ancestrales son la versión actualizada del oro y la plata del siglo XVI. Como resultado de una política colonial, el actual estado chileno ha asesinado a 14 comuneros, se ha militarizado la zona de la Araucanía y han aumentado los allanamientos, persecuciones, encarcelamientos, montajes policiales.
Lo anterior, es una breve reseña cronológica (desde la linealidad occidental) que nos permite destacar o hacer más comprensible la relación lógica temporal/reactualización permanente de la violencia. A su vez, nos conecta con la cuestión decolonial –desde nuestra perspectiva- en tanto ejercicio para afirmar la permanencia de la Colonialidad[2]. Por tanto, con esta genealogía destacamos la relación jerarquizada de poder que existe entre la comunidad mapuche y los wingkas[3], porque fueron éstos quienes definieron las decisiones respecto de la “problemática mapuche”, iluminando una operación que extiende divisiones entre lo que es legal y aquello que está inscrito en una zona sin ley, y que ha acentuado -a partir de la década de los ’70 y ’80- la definición del “nuevo sujeto terrorista”.
Resistencias de las mujeres Mapuches
Las resistencias y defensas han sido un tema que involucra a todo el pueblo Mapuche, las mujeres no son la excepción, pues de manera conjunta han luchado por los derechos y dignidad de su pueblo.
Desde el periodo colonial destacan los relatos de mujeres como Janequeo, Guacolda, Fresia o Tegualda, admiradas por su valentía y astucia. Hoy las mujeres Mapuches siguen presente en las luchas reivindicativas. Por ejemplo, las hermanas Berta y Nicolasa Quintreman emprendieron en la década de los noventa, una fuerte resistencia en el Alto Biobío contra la construcción de la central hidroeléctrica Ralco de Endesa, marcando un punto de inflexión en las luchas sociales frente al impacto ambiental de este tipo de construcciones. Lo mismo ocurre con la Machi[4] Francisca Linconao Huircapan, quien en el año 2008 interpuso un recurso de protección (invocó el convenio 169 de la OIT) contra la sociedad Palermo limitada por la tala ilegal de árboles y arbustos nativos en el fundo que colinda con su comunidad y próximo a los Menokos: humedales donde habitan fuerzas sagradas en la creencia Mapuche. El fallo fue favorable a sus demandas, siendo un hito sin precedentes pues se limitó el derecho de propiedad para la protección del medio ambiente y de los derechos indígenas. Luego de ello, la Machi fue involucrada y encarcelada por el ataque incendiario ocurrido en 2013 donde muere el matrimonio Luchsinger-Mackay (colonos suizos). El tribunal desestimó los cargos dejándola en libertad, pero ella demandó al estado por daño moral, ganando nuevamente por vía judicial. Sin embargo, en el 2016 volvió a ser encarcelada a raíz de la declaración de un comunero que la inculpaba; comunero que posteriormente declaró que su testimonio era falso y que fue producto de las presiones y amenazas de las policías chilenas. Tras pasar nueve meses en prisión y varias medidas cautelares revocadas, la Machi inicia una huelga de hambre para exigir su libertad y el respeto como autoridad espiritual; huelga que depuso una vez revocada la prisión por el arresto domiciliario.
Frente a este escenario, queremos abordar el conflicto que enfrenta el pueblo Mapuche y para ello vamos a conversar con la Werken Olga Xaipe Antileo.
Ella misma se presenta:
Mi nombre es Olga Xaipe Antileo. Soy originalmente de un lugar que se llama Isla Huapi y que está ubicado en las costas de Temuco, en el sur de este lugar. He vivido y crecido en Santiago (de Chile) recuperando la identidad de ser Mapuche. Hace harto tiempo que vivo entre el campo y la ciudad, porque si bien uno puede vivir en Santiago, donde hay que hacer los cambios reales y donde es necesario estar más no es aquí, es en el campo, en el Sur. Ahí es donde se necesitan manos, es ahí donde se necesitan los abrazos –como yo digo- hasta cosas de otro nivel. Aquí en Santiago no se construye futuro, allá sí.
Una mirada hacia las violencias racistas y coloniales del estado chileno
Iris Hernández (I.H.): Tú eres una mujer mapuche cuya lucha política de resistencia es reconocida. Cuéntanos ¿cómo se construyó ese proceso de pertenencia, es decir, cómo te fuiste conectando políticamente con esta lucha y cuáles son las características particulares que se desprenden desde tu actuancia?
Werken Olga (W.O): No hablo de pertenencia, porque cuando una transitó por diferentes orgánicas Mapuches, al final una se va dando cuenta que no le pertenece a un nombre o a una comunidad. Insisto mi lugar es Huapi, que es mi lugar de origen y eso es algo que una no se puede sacar nunca jamás en la vida. Sí, he transitado por diferentes lugares y creo que me conozco todo el territorio Mapuche estando en diferentes situaciones, pero siempre de la mano de todo lo que tiene que ver con lo autónomo. Yo por lo menos no creo en instituciones, no creo en gobiernos y en estas cosas de la interculturalidad, no creo en el asistencialismo. Yo creo que las cosas tenemos que lograrlas nosotros solos, por nuestro trabajo, por nuestra constancia, porque tenemos capacidad, porque tenemos que creer que tenemos esas capacidades, porque podemos tener economías propias, porque se pueden recuperar tierras. Acá hay que estar y pelear tal como lo hicieron los antiguos, porque ellos derramaron sangre y esa historia no se puede borrar. Hoy en día esa es mi lógica, desde esa vereda yo me paro, desde la vereda de la autonomía, de esa vereda en que acá somos nosotros los que tenemos que luchar por seguir existiendo, somos nosotros y no otros. A veces caminamos de la mano con otra gente, es cierto, a veces lo hacemos, pero acá nosotros somos los que principalmente afrontamos todo. Si en algún momento tenemos que pasar la cárcel, es porque la cárcel es parte hoy en día de estos arduos caminos.
I.H: Durante todo el proceso de reclusión de la Machi Francisca Linconao, tú -al igual que Ingrid Conejeros-, has sido una voz que se ha distinguido por estar allí dando una batalla extenuante. De a poco fueron rompiendo el cerco comunicacional y reviviendo la tensión que hay en el encuentro de dos culturas: la winka occidental dominante y la mapuche que resiste. Asumimos, esto es parte de una larga historia y de los arduos caminos que mencionas. ¿Qué se necesita? ¿Cómo puedes describir el horizonte que persigue esta lucha, más allá de la Machi Francisca?
W.O: Lo que pasó con la Machi nos ha llevado a una exposición más visible, digámoslo así; pero insisto en los caminos, si es que una puede hablar de caminos Mapuches. Todo lo que una ha vivido son cosas muy fuertes: ver a un hermano que se está desangrando al lado tuyo (…) y una tiene que tratar de salvarlo; escuchar a los hermanos gritando, por disparos que llegan prácticamente dentro de sus ojos; morder un pañuelo para que los gritos de dolor no se escuchen; darle la mano a un hermano que está clandestino y no tiene donde quedarse. O sea, para mí es eso y se necesita gente, ¡ahí es donde nosotros necesitamos gente!, ¡Esa es la lucha! y es justamente ahí donde hoy en día no hay gente. Yo enfatizo esto en todos los lugares en donde podemos hacer llamados y cosas así. A cada hermana y hermano que hoy en día no está todavía en esto uno le dice “Te necesitamos”. Nos necesitamos urgente a todas y todos, porque la lucha no se puede sostener entre cuatro, cinco o diez, porque acá cuando nosotros luchamos, luchamos hasta para los mapuches que trabajan para el gobierno. Hasta por ellos luchamos, porque si ellos tienen una mentalidad, puede ser que sus hijos no la tengan y sean Mapuches igual que nosotros y necesiten tierras igual que nosotros. Entonces acá se lucha por una infinidad, por los que nos quieren y por los que no nos quieren, por nuestros amigos y enemigos. Acá luchamos por todos, porque todo lo que en un minuto se consiga va a ser para todos o debiese ser para todos por lo menos.
I.H: A través de lo que comentas se visualiza un marco histórico de violencia y exterminio de la comunidad mapuche. Allí las políticas y leyes han sido un elemento relevante de las luchas de antes y ahora, fundamentalmente por lo que no se ve de las mismas: su colaboración con la reproducción de las violencias a la comunidad mapuche. De hecho se acusa el carácter terrorista estatal ¿Cómo lo ves tú? ¿Cuál ha sido la importancia de leyes y políticas para preservar la opresión de la comunidad Mapuche?
W.O: Las políticas públicas estatales-gubernamentales están hechas por y para un sistema de dominación. Todo este modelo de sociedad que conocemos está hecho y creado para sostener espacios de dominio. De ahí que todas las políticas: las políticas de educación, las políticas sociales, de salud, etc., se construyen para seguir moldeando y sosteniendo ese sistema. La idea es que ese sistema no se acabe nunca, por lo que las políticas que hoy día existen –como digo siempre- no dan puntada sin hilo. Se tratan de “camuflar” como si fueran ayudas para el pueblo Mapuche, para las comunidades, para la gente del campo o la ciudad, pero siempre con ese mismo sentido de dominio que nos afecta a todas por igual.
I.H: ¿Cómo se manifiesta este camuflaje en las políticas?
W.O: Primero aclaro que no estoy hablando de leyes, porque estas son un ítem pequeño, aunque es lo más visible -entre comillas- que afecta a nuestro pueblo. Ahí está la ley antiterrorista, por ejemplo, que se traduce de inmediato a la prisión política del mapuche, pero más que hablar de leyes yo apunto a la forma en cómo se hace política hoy día. Por ejemplo, si hablamos de educación intercultural -que actualmente está muy de moda-, para nosotros (sin generalizar) su trasfondo lo que busca es asimilar al niño o niña Mapuche a este sistema de dominación. Si hablamos de salud intercultural, que es otro de los ítems de las políticas que existen hoy día, observamos que también se tergiversa la medicina Mapuche, ya que cuando una persona está enferma acude donde un o una Machi para conversar y buscar una solución a su dolencia; pero la política pública de salud intercultural destruye nuestro sistema de salud ancestral, pues coloca a la Machi en un hospital con horarios de atención, o sea lo sitúa como si fuera un médico más, buscando con ello alterar o desvincular la relación entre el/la Machi con el medio, la comunidad y la persona enferma.
A lo que me refiero con todo esto es que las políticas son una intervención que apunta a que el conocimiento de este gran pueblo ancestral se vaya perdiendo. Por ejemplo si hablamos de las políticas de vivienda (que es algo básico para personas mapuches o no mapuches). El gobierno te entrega una vivienda social que es una caja de fósforos porque son muy pequeñas, el punto es que te las entrega con una cláusula: no puedes irte de allí como en 15 o 20 años, por lo tanto, lo que hace esta ayuda es impedir que una vuelva al territorio. Si una se va pierde la vivienda y esto para mí tiene una doble intencionalidad que no se ve, que está camuflada.
Yo entremezclo todo esto. Pues fíjate que para todos los personajes mapuches (por decirlo de alguna manera) los lagmienes, los hermanos y hermanas que están fuera de las normas políticas que existen hoy en día, la opción va por una recuperación territorial y eso tiene que ver y va de la mano, no solamente con recuperar el territorio, sino con recuperar una forma de vida que es la que hoy en día se quiere extinguir. Entonces a todas estas personas, hombres y mujeres que luchan contra todo este modelo se les termina aplicando la “Ley Antiterrorista” y digo entre comillas “aplicando”, porque judicialmente se dice que no se les aplica, pero todos los juicios que se hacen están bajo esta ley, aunque los papeles digan que no es así, es decir, se ha aplicado abiertamente y dirigido exclusivamente a los mapuches. Es así como observamos un gran círculo: el que quiere salir ya sabe hacia dónde va: la cárcel, la muerte o en el mejor de los casos la clandestinidad y éstas son las tres opciones que tiene el mapuche que sigue por una vía de autónoma.
Resistencias históricas y actuales en el Wallmapu
I.H.: La muerte, la cárcel o la clandestinidad son caminos que fragmentan a la comunidad a la vez que son expresiones claras de su resistencia a la militarización de los territorios, al extra-activismo, a los impactos de las políticas públicas que describes. Son caminos radicales de entrega que para mi punto de vista winka (no mapuche) demandan mucha energía y ahí surge una nueva pregunta ¿De qué manera alimentan esa energía? ¿De qué manera siguen reproduciendo una energía tan compleja que les permite asumir la clandestinidad?, que no importe ir a la cárcel o morir? Si bien muchas personas occidentales han asumido caminos similares (por ejemplo, para hacer frente a dictaduras militares), los sistemas de creencias son completamente diferentes. Entonces parto del supuesto que esa producción de energía no se produce de la misma manera, ni bajo las mismas circunstancias. ¿Cómo, bajo sus particulares condiciones, producen la energía para seguir adelante?
W.O: Esta pregunta es muy interesante. Mira, hace unos meses atrás vinieron unos hermanos zapatistas. Entonces ellos -desde su mirada como zapatistas- nos hacían la misma pregunta ¿cómo lo hace un pueblo para resistir tantas muertes, tanta sangre, tantos abusos por tantos años? Ellos comparaban la resistencia zapatistas con los años que lleva la resistencia ancestral de los mapuches. Entonces decían ¿cómo lo han hecho? ¿Cómo lo ha hecho el pueblo mapuche para no estar en el arco iris de mundo y seguir, seguir y seguir en el mundo gris de muerte y de sangre?…
Es una pregunta que tiene mucho trasfondo y que a veces cuesta entender. La gente a veces no cree que es real lo que una explica y piensan, y cree que sólo son tintes revolucionarios, por decirlo de alguna forma, pero acá no se trata de eso. Acá no se habla de gente que tenga mentalidad revolucionaria. ¿De dónde se saca toda esta fuerza, todo este énfasis en seguir? Pues se saca de la espiritualidad. El pueblo mapuche es un pueblo que se basa en la espiritualidad, esa es nuestra base. ¿De dónde se saca fuerzas para seguir en clandestinidad? Se saca fuerza solamente de que en la noche te vengan buenos sueños; de que un hermano esté al lado tuyo para decirte que sí, que vamos, sigamos! Se saca fuerzas del hermano que está en clandestinidad, porque ha sido un Weichafe, un hombre consecuente, un hombre guerrero que ha seguido en la lucha. Éste es un camino tan difícil que poca gente se lo imagina. Entonces, ¿De dónde sacan fuerzas todos estos hermanos?, pues de ahí mismo, de saber que no son cualquier persona sino que son guerreros ancestrales de nuestro pueblo. ¿De dónde saca fuerza el mapuche cuando está en la cárcel? Estas son otras realidades y eso hay que entenderlo, son realidades diferentes y allí se saca fuerza de los remedios que la misma Machi le va a hacer a los presos en la cárcel. De hecho esta es una forma en que se han ganado muchos juicios, o sea, más allá de abogados o de defensa, se gana con fuerza mapuche, se gana con el conocimiento ancestral. A los hermanos que están en las cárceles muchas veces se le van hacer “trabajos”, a sus ropas, a sus pertenencias; se les hace tomar remedios de la naturaleza, se les van a hacer ceremonias, rogativas para que estén fuertes espiritualmente, porque cualquiera decae en la cárcel. Muchos han decaído dentro de las cárceles; muchos hermanos que han estado en la cárcel han salido y después son otros, porque la cárcel les ganó. También hay casos de hermanos que han salido mucho más fuertes o con la misma decisión con la cual cayeron. Los hermanos que han caído (muerto) dentro del mundo mapuche todos han caído en resistencia. Alex Lemún, Matías (Catrileo), el mismo Jaime Mendoza Collío; son hermanos que no cayeron sentados en un sillón, no cayeron tecleando en un computador. Ellos cayeron estando allí en la pelea cuerpo a cuerpo, resistiendo por sus territorios. Cuando uno está en una tierra (predio ocupado) sabes que en 15 o 20 minutos van a llegar los “pacos” (la policía) –porque una sabe todo eso- entonces cuando tomas la decisión de quedarte ahí y no irte, uno lo único que dice es: “Si es que me dejaron aquí es por y para algo”, porque uno habla con los espíritu, con su gente antigua como nosotros decimos. O sea si me trajeron a esta tierra es para algo y si me quedo peleando y luchando por este territorio -que ha sido por el mismo que la gente antigua peleó y luchó- es por algo. Si me tengo que ir me iré (morir) y renaceré de nuevo .
I.H: Hermana Olga, de Perogrullo es decir que esta historia de resistencia es larguísima. Las mujeres allí han sido de importancia, aunque no es raro que la cultura winka las invisibilice. Hoy, de hecho, son los casos en los cuales se han visto involucradas mujeres mapuche los que han impulsado el apoyo notorio y creciente de las redes de apoyo de mujeres y lesbianas feministas. La Machi Francisca Linconao[5], Lorenza Cayuhan[6], Macarena Valdés[7]; se han transformado en casos emblemáticos estos últimos meses y antes conocimos a la Chepa[8]; las hermanas Quintreman[9]. ¿Cómo funciona esta resistencia desde esta fuerza que es femenina?
W.O: La pregunta necesita que se diga desde qué punto de resistencia hablamos. Podemos hablar de resistencia ancestral y de resistir en la lucha confrontacional; otra cosa es hacer una resistencia cultural. Aquí en el pueblo mapuche la resistencia está muy marcada y se expresa de diferentes formas, entonces eso igual sería bueno especificarlo. Por ejemplo, para la lagmien (hermana) que se para en un escenario con una guitarra a cantar, ese es un espacio de resistencia; las hermanas que son compañeras de los presos hacen otra clase de resistencia; las pocas hermanas que están en resistencia en los que podría llamar como “los campos de batallas” es otra clase de resistencia. Cada clase de resistencia no tiene nada que ver con la otra, son diferentes e incluso hasta políticamente no tienen mucho que ver. Entonces hay que ver de qué resistencia hablamos, porque si hablamos de resistencia artísticas, sociales o culturales ¿cómo le llamamos? Hay muchas mujeres mapuches que sacan su voz a través de una canción, a leer una poesía, y esas son casi todas mujeres.
I.H: ¿Y tú resistencia? Tú eres una voz con fuerza.
W.O: Es otro tipo de resistencia.[10]
Demandas históricas y actuales
I.H: Hablemos ahora de las demandas y exigencias históricas de las comunidades y del pueblo mapuche. ¿Cuáles son?, ¿Ha existido un desplazamiento de las demandas históricas en pos de otras? Lo pregunto, porque han existido cambios culturales y contextuales y fundamentalmente porque quien domina se va acomodando a las formas en que se resiste, es decir, se resiste y al mismo tiempo el poder se acomoda para que esa resistencia no lo desestabilice. ¿Cómo lo ves tú?
W.O: La resistencia Mapuche se ha levantado netamente por la invasión de sus territorios. Esta es la gran demanda del pueblo mapuche: la devolución del territorio. Este es un punto en donde creo y espero que gran parte del pueblo mapuche esté de acuerdo. Esta es la gran demanda a la que le llamamos demanda ancestral, pero hoy en día hay otras, por ejemplo, ponemos énfasis en que no haya más prisión política, que no haya más persecución hacia la gente que resiste, porque esto no es delincuencia, es resistencia y hay diferentes hechos que son consecuencia de esta resistencia. Otra de las demandas de los últimos años ha sido la paralización de los grandes proyectos extractivistas. Pero todas estas demandas se engloban o son el desglose de esta gran demanda histórica: la devolución de tierra. Si las tierras estuvieran en manos de gente mapuche o si se respetarán los tratados firmados a lo largo de distintas etapas entre el pueblo Mapuche y el estado chileno, la cosa sería diferente. Antes los tratados se respetaban, había un límite entre el territorio mapuche y el estado chileno; entonces si estos tratados siguieran vigentes, quizás los grandes proyectos económicos no estarían insertos en las comunidades, quizás las forestales, las hidroeléctricas, las mineras, los proyectos de piscicultura, y podemos nombrar una infinidad de cosas y muchos proyectos económicos que están funcionando en el territorio, no estarían funcionando allí. Entonces, tenemos varias demandas: que estos proyectos económicos no funcionen más, fin a la ley antiterrorista, a la prisión política, pero todas estas son el desglose de una gran demanda que es la devolución de nuestro territorio.
I.H: La instalación de las hidroeléctricas es un tema que agobia a las comunidades por el exterminio medioambiental que han significado y la violencia que su instalación ha implicado. Basta pensar en las investigaciones que se levantan en torno a la muerte de Macarena Valdés, en los apremios violentos que han afectado a Julia Quintrepam, por mencionar una persona y a la diversidad de comunidades que han levantado su resistencia frente a ellas. Claramente hay un poder desequilibrado y violento que les afecta ¿Cómo han enfrentado la invasión del territorio que este tipo de industrias-empresas viene desarrollando hace años en la Wallmapu?
W.O: Hay diferentes formas de enfrentar todo esto. En el mundo mapuche hablar de pueblo no significa un pueblo con un sistema organizativo único. No es que haya un pueblo y todas las personas se remen hacia el mismo lado. No es así. El pueblo mapuche se divide por zonas y esas zonas se dividen por comunidad, y cada comunidad piensa y hace cosas diferentes a las otras. Por ejemplo, tenemos un caso emblemático de la central hidroeléctrica que se instaló en Ralco y que se conoció a nivel mundial. Esta era una represa que venía de capitales españoles y eso evidenció que el problema no es nacional, sino que también tiene relación con la presencia de inversiones extranjeras. Al proyecto Ralco se le hizo una resistencia que yo llamo básicamente de “cuerpo a cuerpo”, confrontacional y de sabotaje, o sea, quema de maquinarias, no dejar que los trabajadores ingresaran a los territorios donde se desarrollaba el proyecto. Lo que se hizo fue un control territorial que significa que acá controlamos nosotros y aquí solamente entra quienes nosotros queremos que entre. En Ralco se peleó y defendió la tierra por mucho tiempo de esta forma. Hay otros lugares que se han defendido a través de vías totalmente judiciales y no se ha hecho esta intervención de lucha. Allí se han interpuestos recursos de protección al agua, de la comunidad, etc. En la actualidad para que se instalen estos mega proyectos cercanas a las comunidades o a los ríos, se supone que tienen que consultar a las comunidades si es que están de acuerdo; pero las empresas han hecho cosas fraudulentas: los hermanos han denunciado la falsificación de firmas, también como las empresas van y le ofrecen millones de pesos a las familia para que firmen y les den autorización para instalarse en sus territorios o incluso han aparecido nombres de personas que nunca han estado en la comunidad.
En muchos casos estas estrategias les han resultado y otros sólo lo han podido hacer bajo estas acciones fraudulentas. Esto demuestra porque la resistencia a veces solo puede ser cuerpo a cuerpo, ya que las empresas y el estado no respetan nada. Por ejemplo, en Pilmaiquen se aplicó lo que nosotros llamamos control territorial, lo cual significa que en el terreno donde se iba a colocar la empresa estaba un Ngen -que es un espíritu protector del pueblo mapuche-; entonces en este lugar se instalaron campamentos mapuches y al que quiera entrar no se les deja y se le expulsa con fuerzas y con todos los mecanismos y formas en que se puede defender el territorio. Pilmaiquen se defendió, todos estos años, por medio del control territorial, estando ahí defendiendo el espacio, enfrentándose con carabineros y las fuerzas especiales[11]. Los hermanos en esta resistencia han recibido balazos, persecución, también varios cayeron presos. Básicamente están esas dos formas: la judicial que no es muy efectiva, pues solo se logran acuerdos comerciales más que defensa del territorio; y la vía del control territorial y defensa de los diferentes espacios. También existe otra que es mixta: control territorial y vía jurídica.
I.H: Los tipos de resistencia que describes se conectan con nociones como la de autonomía. Cuando una transita por los discursos mapuche, de hecho, esa es una palabra recurrente; otra es el autogobierno. ¿Cuál es tu relación con esos conceptos?, profundizando, claro está, en lo que ya comentaste sobre tu propia adscripción autónoma.
W.O: Yo respondo a título personal, porque muchos hermanos y hermanas optan por distintas posiciones, como te comentaba hace un rato. Por ejemplo, si a mí me hablan de autogobierno no concuerdo mucho con esa palabra, porque para mí el concepto de gobierno también significa tener un presidente, autoridades políticas como diputados o senadores, municipalidades y así sucesivamente. En otras experiencias de pueblos o de resistencias indígenas se han logrado autogobiernos con organización social propia. Pero en el caso Mapuche yo me asocio más a la palabra Autonomía, porque creo que engloba desde la autonomía personal, las comunitarias y de pueblos, y eso tiene que ver con que cada uno tiene derecho a elegir porqué camino va; entonces desde ahí uno elige como hace esa autonomía, porque al final eres libre y esa creo yo es la palabra, es tu libertad y la de auto-determinarte por ti mismo. Por ejemplo, el pueblo mapuche tiene una estructura política, social, cultural y espiritual, es decir, un mundo y un sistema propio que ya está organizado y que en muchos lugares se sigue usando. En el pueblo Mapuche están los Lonkos, los Machis, los Werken, los Weichafes –que eran los Toquis que teníamos antiguamente-. Todo este sistema existe y está en la actualidad; por eso que el mundo mapuche no necesita un autogobierno, porque el pueblo mapuche tiene un mundo propio establecido, tenemos una forma ancestral. Desde que llegaran los españoles a invadir el territorio hemos resistido durante todos estos años y siglos y eso comprueba que esta forma de organizarnos socialmente funcionó y funciona, o sea, ha funcionado nuestra estructura social, política y todo lo que nosotros tenemos. Venir a colonizarnos bajo un concepto de autogobierno, no; es como que tengamos un candidato presidencial y votemos y lo elijamos; pues no, por lo menos en mi concepto de mundo y mi lógica de Mapuche eso no va, no cabe como lógica, porque es foránea.
Estrategias, alianzas y solidaridad
I.H: Y allí en el lugar de lo foráneo ¿qué tipo de alianzas han construido con gente no mapuche? ¿Han sido permanentes? ¿Cómo funcionan?
W.O: Yo puedo hablar extensamente de ello y de lo que recibí como mapuche dentro de los movimientos sociales. Mira, el mapuche ha vivido un racismo en su cuerpo y en su memoria histórica terrible. Por ejemplo, muchos de nosotros crecimos con la idea y miedo de decir que éramos Mapuches. Hemos crecido así. Muchos de nosotros crecimos con un miedo terrible a aceptar que somos Mapuches, porque éramos sujetos de muchas burlas racistas. Yo, a nivel personal, antes de sacar toda esta fuerza de ser persona Mapuche, era una persona común y corriente, por decirlo de alguna forma, pero que sí estaba en movimientos sociales -educación popular, radios comunitarias y todas estas cosas que hay- pues como poblador había que organizarse frente a la clase de gente poderosa que nos trataba de aplastar. En mi caso particular cuando empecé a tomar conciencia que era Mapuche, en todas estas organizaciones en las que yo estuve y transité, siempre estuvo el discurso de “ayudemos al pueblo Mapuche” “solidaricemos con el pueblo Mapuche”, y yo supuestamente, era una solidaria con el pueblo Mapuche, pero no era Mapuche, o sea, de conciencia no era Mapuche, porque no me reconocía como tal. Entonces, cuando empecé a darme cuenta, muy de a poco que sí era Mapuche, que tenía una historia de despojo, que tenía una memoria histórica, ahí empezó a despertar lo espiritual en el cuerpo, empezó a aflorar todo un nuevo ser y me di cuenta que había otra lucha y que esa lucha era la lucha del pueblo Mapuche y que a la par o al lado existía la lucha de los movimientos sociales en la que yo estaba. Cuando yo empecé a viajar al sur, a las comunidades o donde mi propia familia, empecé a ausentarme de las reuniones y allí empezaron los cuestionamientos: ¿por qué estaba o iba allá (al sur)?, ¿por qué me juntaba con esa gente? ¡Y se supone que ellos apoyaban al pueblo Mapuche y sabiendo que yo era Mapuche -porque mis dos apellidos, mis rasgos y familia son Mapuche-! En el minuto en que la organización social comenzó a notar que yo ya no era parte de ella, sino que estaba haciendo trabajo por mi pueblo, ahí fue un cierre de puertas total. Fue un rechazo total y absoluto hacia mí. De hecho me recuerdo de una reunión donde me sentaron y me dijeron: “¡o estas con los Mapuches o estás con nosotros!” Fue así de duro. En esos momentos yo vi lo que para mí era importante, por eso yo le digo a la gente que ante todo hay que valorar quien es uno en su esencia, y mi esencia no era ser una pobladora, mi esencia como ser es una esencia Mapuche y eso no me lo puedo sacar aunque yo quiera, no lo puedo olvidar. Al asumir que era/soy Mapuche dejé las organizaciones sociales. Muchas de ellas nunca más me hablaron; aunque desde afuera practicaban todo este discurso de que apoyaban al movimiento Mapuche; pero yo decía: si las organizaciones sociales apoyan al movimiento Mapuche ¿por qué cuando empecé apoyar a mi pueblo me rechazaron? Pues bien, porque era una menos para ellos, porque era una mano menos, porque era una menos en las reuniones. Nunca valoraron el hecho de que un Mapuche se reconociera como Mapuche y partiera a lucha con su pueblo…
I.H: Entonces ¿cómo son las alianzas entre el pueblo Mapuches y los movimientos sociales? y si existen ¿Cómo están? ¿Debilitadas, fuertes? ¿Cómo vez este proceso ahora?
W.O: Alianzas históricas no han existido, porque si hablamos de movimientos sociales y un pueblo milenario, pues nosotros somos y hemos sido y estado antes que todo eso (los movimientos sociales). Entonces partiendo de ahí la respuesta es no. Ahora si hablamos entre pueblos te puedo decir que sí, porque antiguamente el mapuche se relacionaba con otros pueblos y hacía alianzas, con pueblos ancestrales principalmente. El pueblo mapuche siempre se ha caracterizado por ser de alianzas. Pero para mí las alianzas duran lo que tienen que durar, porque nosotros operamos desde lógicas muy distintas, para mí el mapuche tiene una lógica de mundo distinta a los demás; entonces en algunos casos puntuales sí se pueden hacer, pero por periodos muy cortos y por temas muy específicos. Yo, por ejemplo, puedo ver diferentes movimientos sociales acá en esta realidad, el movimiento de los sin casas, el estudiantil, los cuales tienen demandas específicas que si bien cuestan, pueden ser cumplidas por ser más aterrizadas. Sin embargo, los que piden casas cuando les den las casas ¡se acabó el movimiento social de los sin casas!; si se cumplen algunas de las demandas del movimiento estudiantil como la gratuidad ¡se acabó el movimiento social por la gratuidad de los estudiantes! y se irán a otra cosa. La lucha mapuche -y esa es la diferencia- es algo que no tiene para cuando acabar.
I.H: Esto lo conecto con las ideas feministas y lesbianas feministas antirracistas y descoloniales, que de alguna u otra manera están cuestionando la conformación del mundo y apuestan por transformaciones culturales radicales, por recuperar sus saberes con la convicción de que sirven para salvar el mundo. ¿Crees que ahí se han levantado posibilidades? Particularmente por el caso de la Machi, hubo una movilización feminista y lesbofeminista amplia a lo largo de todo Chile ¿Cómo la ves tú? ¿Tiene alguna perspectiva?
W.O: Yo creo que son alianzas que se pueden dar por cosas puntuales. Allí se espera también que el mapuche apoye a los movimientos sociales. Yo he hablado esto con muchos dirigentes de los movimientos sociales y feministas que nos han estado apoyando, que me han invitado a sus espacios y que es algo que siempre agradecemos. Ellos dicen “Ustedes también tienen que estar con los nuestros” y ahí mi respuesta es explicar que nuestra lucha es un trabajo las 24 horas del día, por eso salir y estar presente en una actividad a donde nos invitan y dejar de hacer cosas que son trascendentales es difícil. A veces simplemente no podemos. Nosotros no tenemos nada a nuestro favor, al contrario luchamos contra un reloj de arena que en cualquier minuto se acaba ¡y se nos acabó el tiempo! Ese es el tema. El día en que nuestro pueblo pierda su idioma o terminen matando a toda nuestra gente, será el fin de nuestro pueblo; el fin de algo que existió en la tierra, pero, por ejemplo, las hermanas que son feministas nunca van a dejar de existir, quizás su lucha es ganar derechos, pero nosotros estamos hablando de existencia. Acá han matado muchos pueblos, prácticamente a todos, entonces tenemos tanto peso sobre nuestros hombros y tantas cosas en nuestras cabezas, que es casi vivir en un estrés diario de cómo nos pasa la maquina encima todos los días. Se quiera o no se quiera, nosotros no tenemos cabeza para pensar en otras cosas, ni estar pensando en cómo apoyar a los otros hermanos porque enfocar nuestra mente en otra cosa significa que a nosotros en cualquier momento o minuto nos matan a un hermano y es así de fuerte.
I.H: Es en ese camino que algunas feministas piensan que hoy es necesario ponerse a disposición y escuchar a quienes no han hablado porque han sido silenciados. Ahora bien, las mujeres o lesbianas también vivamos situaciones que son de ultra violencia, pero que no están bajo los mismos marcos, puesto que son otras las lógicas que pasan por allí. Y desde este contexto, tú sientes que el feminismo o los feminismos se han puesto a disposición de las demandas, exigencias y necesidad urgente del pueblo Mapuche.
W.O: Para mi es difícil englobar toda esta clase de feminismos porque no es un tema que maneje, yo no lo manejo. Porque insisto, en mi cabeza y en mis tiempos no me ha dado para ponerme a estudiar cada uno de todos estos términos. Pero en cuanto a la solidaridad, sí debo decir que el tema de la Machi recibió mucho apoyo de gente feminista y un apoyo social amplio, que en algunas cosas fueron acertadas y otras no, pero en general fue tema y eso gracias a toda la gente que se movió.
Ahora este tema del feminismo no sé si entendido mal, no sé si el feminismo plantea todas estas cosas que yo creo, pero sí creo que ha influenciado muy malamente a las personas y a la mujeres Mapuches sobre todo; yo esto lo he conversado con otras hermanas que están mal influenciadas por esta palabra del feminismo, en el sentido que piensan que la mujer tiene que ser más que el hombre, y yo aquí puedo nombrar varios ejemplos que a mí me ha tocado ver con otras hermanas mapuches, donde prácticamente plantean una sociedad donde vivan solo mujeres mapuches y no existan los hombres, porque las mujeres pueden criar a los hijos igual que los hombres, porque éstos casi que son inútiles y que no sirven en la sociedad. Entonces para mí de verdad eso es totalmente nocivo y destructor y yo por lo menos no quiero que esa clase de pensamiento empezaran a entrar en nuestra lógica, como lógica de mundo; porque la lógica del mundo mapuche no es esa y no tiene nada que ver con eso; acá no hay una mujer que sobresale más que un hombre y un hombre que sobresale más que una mujer. Ahora, estamos en una sociedad donde el hombre es agresivo y la mujer es sumisa y se queda callada y aguanta que la golpeen, y aguanta todo; donde las mujeres ni siquiera son capaces de entender quiénes son ellas ni de valorarse como personas. Entonces claro es verdad, estanos dentro de este sistema que se domina de esta forma, en que el hombre te levanta la voz y la mujer tiene que estar ahí escondida o quedarse callada. Por eso cuando nosotros hablamos del control territorial es para poder, en estos espacios territoriales, replantear cómo era la vida y cómo era ese equilibrio natural nuestro; porque el equilibrio natural nuestro no es con el feminismo y ninguna de estas cosas; es con una sociedad igualitaria y armónica.
I.H: Lo que indicas sobre ideas foráneas como el feminismo, siguiendo tus palabras, ha favorecido una preservación del colonialismo. Sin embargo, en la historia mapuche la mujer no se observa con la misma intensidad que el hombre mapuche, ni menos asume un rol protagónico, a excepción de las mujeres que hemos mencionado. Puedo entender que esto también es producto del colonialismo y que a lo largo de los años se acuña una historia intervenida por este modelo de violencia, el cual implica la subordinación de las mujeres. Por ello me pregunto sobre las causas han y están originando la ausencia de las mujeres y que generan las tensiones que mencionas. ¿Cómo ves eso? ¿Cómo se construye esta alianza interna con esas mujeres mapuche que asumen estas luchas foráneas, como las feministas?
W.O: Por eso hacía el énfasis en el mundo mapuche, porque cuando yo hablo de mapuche hablo de un pueblo, de una organización propia que hoy en día está básicamente funcionando en muy pocos lugares. Hoy día nuestra lógica está fuertemente occidentalizada. Por ejemplo, es muy poca la gente que sigue creyendo que va hacer las cosas a través de los sueños, o que los roles nuestros como personas están predeterminados no porque seamos hombres o mujeres, sino porque son roles que están predeterminados desde tiempos inmemoriales. Voy a explicar: antiguamente habían mujeres y de hecho están nombradas, aunque sí muy poco nombradas en la historia, que lideraban ejércitos de puros hombres y eran las que estaban a la cabeza de cientos y cientos de hombres, porque insisto no se veía si era hombre o mujer como cuerpo, sino que se veía su fuerza espiritual, si es que lo podemos llamar así. Una fuerza interior que le da poder de decisión; una fuerza de otro tipo, de entrega total que no está determinada por ser hombre o mujer. Eso lo determina la esencia, por así decirlo, porque así como hay hombres que no hacen nada y que no se enfrentan a la explotación que puede hacer un winka en su propia tierra, también hay mujeres que no lo hacen. Por eso te digo no solamente por el hecho de que seas hombre te va a determinar para la lucha, no es así, porque hay muchos hombres que no lo hacen y no les importa.
Yo digo que antes de considerarme mujer me considero mapuche, lo que quiere decir que yo no me englobo como figura de “la mujer mapuche”, sino que yo soy mapuche así sin más; por lo tanto soy yo un sujeto responsable de la pertenencia y asistencia de mi pueblo. Yo tengo hijos y también cumplo el rol de mamá y soy la persona que acá trabaja en el tema de la autogestión y cumplo el rol de traer esos recursos económicos a la casa. Yo cumplo muchos roles que quizás son roles que normalmente no cumplen todas las mujeres. También cumplo el rol de estar en las comunidades; de agarrarme a palos con los pacos (policía) o de estar ahí en la comisaría o de estar en lugares de resistencia, en definitiva cumplo con hartos roles. Pero insisto uno lo hace no porque sea mujer o porque busque destacarse, sino porque hoy somos un reloj de arena y estamos a punto de desaparecer. Si nosotros como Mapuches, no como hombres o mujeres, sino como Mapuches nos diéramos cuenta realmente que esto es de vida o muerte, ¡así de literal! no deberíamos enfrascarnos un segundo en pensar si soy mujer u hombre, porque en esta lucha nosotros necesitamos a todos: hombres y mujeres. Nosotros tenemos que actuar para que este pueblo siga existiendo.
I.H: Entiendo entonces que ser Mapuche implica pararse de igual a igual, asumir una fuerza única que te permite tomar la decisión de querer y hacer. Tú hablabas de esta fuerza espiritual que tiene que ver con saberes ancestrales que se han perdido y que dan cuenta del proceso de colonización. En ese camino, ¿Cuál es el rol que cumple la figura del Machi, y hablando particularmente en la Machi Francisca Linconao? ¿Qué es lo que significa Francisca Linconao para el pueblo Mapuche? ¿Cómo ves tú la situación de ella? ¿Cuáles son tus inquietudes, alegrías y esperanza con respecto a lo que ha pasado alrededor de su figura?
W.O: Nosotras hemos hablado harto en esta entrevista y con mucha profundidad; yo te podría decir que Francisca Linconao es una persona más, así de simple, pero cuando nosotras hablamos de la Machi Francisca Linconao eso tiene otro tinte ya que no es cualquier persona. La Machi Francisca es una mujer de 60 años que enfrenta la prisión política, que ha sido amenazada de muerte, pero si uno lo vez más profundo se puede entender que ella no está sola, porque al hablar de Francisca Linconao estamos hablando del espíritu antiguo que habita en esta mujer y que ese espíritu que habita en ella es fuerza para el mapuche. La Machi es machi cuando está en trance, porque ahí es cuando llegan esos espíritus que nos hablan, que nos sanan. Esa es su importancia (…) En el contexto general de una Machi, también hay Machis de conflictos, o sea, Machis que están en resistencias en donde los hermanos que están clandestinos muchas veces son ayudados por un o una Machi. Allí el espíritu que los habita les dice dónde tiene que ir, si es que se tiene que irse, etc. A los mismos presos para que salgan libres también se les llevan Machis a las cárceles donde esos mismos espíritus le hacen remedios. Nuestra lógica de pensar como Mapuches está en que por intermedio de este persona viene el espíritu de una persona que quizás vivió hace mil años, 500 años, que quizás resistió en las guerras antiguas y que hoy está de vuelta cuando hablan a través de ellas para contar cómo está la vida, como tenemos que hacer tal cosa, qué se nos viene encima, etc. Entonces, los Machis son de una importancia total. No sé si el winka tendrá algo así, si bien tienen a los curas por su religión, no sabemos si ellos tienen eso a lo que nosotros le llamamos fuerza, poder, newen, o sea, el poder de decirnos que si tú haces esto te puede ir mal, o que te digan el camino que debes seguir. Para mí así debiese caminar el Mapuche, desde esa perspectiva, con las fuerzas antiguas que nos dicen las cosas que debemos hacer hoy, porque cuando no se hace caso a todo eso hay equivocaciones, hay gente que cae muerta, hay gente herida o gente que cae presa, porque la creencia es poca. Para nosotros Francisca Linconao es la persona en la cual ese espíritu baja y nos habla de si las cosas son o no importantes, nos dice cómo seguir existiendo, cómo seguir sanando nuestros cuerpos, como tener nuestras medicinas. Por eso cuando hablamos de porque estratégicamente se busca a este tipo de personas – otro ejemplo es el Machi Celestino que hoy está en prisión y condenado a 18 años de cárcel y que vivía en el mismo sector que la Machi Francisca- es porque si el Machi está en la cárcel, quienes nos quedamos afuera quedamos desamparados por decirlo de alguna forma. ¿A quién vamos a acudir para buscar medicinas si la Machi está presa?, cuando se hacen ceremonias, ¿a través de quién va hablar el espíritu, si el espíritu habla sólo a través de ella? Entonces, así le quitan los pies y manos a nuestro pueblo. Le quitan todo porque la base del mapuche es la espiritualidad, la base de la fuerza y la resistencia es su espiritualidad. Por ello es que hoy en día se persigue a los Machis con la cárcel, por eso también es que antiguamente los Machis casi se extinguieron, porque eran los primeros que buscaban los invasores para quemarles sus casas. A ellos se les cortaban los dedos, se les maltrataba y asesinaba. Ellos no podían decir que eran Machis, porque se los mataba inmediatamente. Hoy en día estamos en un rebrote de todo esto. Actualmente en el pueblo mapuche están naciendo muchas niñas y niños con estas facultades sobrenaturales, como se le podría decir, y hay otros que jóvenes donde los espíritus afloran. En estos tiempos está volviendo a renacer esta fuerza y eso ha sido netamente porque no tenemos miedo. Somos personas que aunque mil veces nos digan ¡indios! mil veces vamos a levantar la cara para decir ¡somos Mapuches! Si nos quieres decir indios entonces pasa por encima de nosotros, ¡atrévete a pasar por encima de nosotros!, porque no vamos a estar con las manos peladas esperándote. Esa misma fuerza es la que nosotros impregnamos a nuestros hijos. Ese mismo espíritu que está orgulloso de ser lo que somos, hace que nuestras futuras generaciones también estén creciendo con una seguridad y esa seguridad hace justamente que estén naciendo nuevos Machis.
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