¿Feminismo pacifista o pasivo-ista?
Traducido por Solidaridad
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En el Día Internacional de la Mujer, ante el aumento de feminicidios, violencia sexual y cultura de la violación, necesitamos afrontar la cuestión de la autodefensa de las mujeres.
Cuando algunas mujeres blancas celebran la no violencia de las marchas de las mujeres contra Trump y luego posan para fotografías con agentes de la policía mientras la violencia policial es dirigida específicamente a personas de color, cuando los golpea-nazis son acusados de no ser diferentes de los propios fascistas, cuando las feministas en relativa seguridad acusan a las mujeres militantes en el Oriente confrontando la esclavitud sexual bajo ISIS de militarismo, debemos problematizar la noción liberal de la no violencia, que desprecia la teoría de la intersección de los sistemas de poder y los mecanismos de la violencia estructural. Al aferrarse dogmáticamente a un pacifismo (o pasiva-ismo?) que tiene un carácter racial y de clase, y demonizar la rabia de los antisistema violentos, las feministas se excluyen de un debate muy necesario sobre formas alternativas de defensa cuyo objetivo y estética sirve a las políticas liberacionistas. ¿En una era global de feminicidio, violencia sexual y cultura de la violación, quién puede permitirse no pensar en legítima defensa de las mujeres?
El feminismo ha desempeñado un papel importante en los movimientos contra la guerra y logró victorias políticas en la construcción de la paz. La crítica feminista del militarismo como instrumento patriarcal hace comprensible el rechazo de la participación de las mujeres en los ejércitos estatales como ‘empoderamiento’. Pero el rechazo de las feministas liberales a la violencia de las mujeres, no importa el objetivo, es incapaz de distinguir cualitativamente entre el militarismo intervencionista, imperialista colonialista y estatista y la necesaria y legítima auto-defensa.
El monopolio sobre la violencia como una característica fundamental del Estado protege a este último de las acusaciones de injusticia, al mismo tiempo que criminaliza los instintos básicos de las personas de auto-defensa. Dependiendo de la política y las estrategias, los actores no estatales están etiquetados como ‘perturbadores para el orden público’ en el mejor de los casos o ‘terroristas’ en el peor. La tendencia a mantener ejemplos como Mahatma Gandhi o Martin Luther King para el caso de la resistencia no violenta a menudo confunde hechos históricos hasta el punto de desinfección de los elementos radicales y a veces violentos de legítima resistencia anticolonial o contra el racismo.
Simultáneamente, la asociación de la violencia con la masculinidad tradicional y la sistemática exclusión de las mujeres de la política, economía, la guerra y la paz, reproducen el patriarcado a través de una división sexual de roles en la esfera del poder. La crítica feminista de la violencia se basa en bienintencionados, pero es profundamente esencialista, razonando una moralidad basada en el género, que también puede reproducir representaciones de las mujeres como pasivas, inherentemente apolíticas y necesitadas de protección. Tal reduccionismo de género se equivoca al entender que la inclinación a la violencia no está intrínsecamente relacionada con el género sino determinada por sistemas interconectados de jerarquía y poder como el caso de las mujeres blancas americanas torturando a hombres iraquíes en la prisión de Abu Ghraib.
Las mujeres kurdas tienen una tradición de resistencia; su filosofía de autodefensa oscila entre ejércitos guerrilleros autónomos de mujeres y el desarrollo de cooperativas autogestionadas por mujeres. En los últimos años, las victorias de Unidades de Defensa de la Mujer (YPJ) en Rojava-norte de Siria y las guerrillas YJA-star (Unidades de Mujeres Libres) del partido de los trabajadores del Kurdistán (PKK) contra ISIS han sido inspiradoras. Las mujeres kurdas, junto con sus hermanas árabes y cristianos de Siria, liberaron miles de kilómetros cuadrados del ISIS, creando escenas de la belleza de las mujeres liberando a las mujeres. Al mismo tiempo, también estaban construyendo los cimientos de la revolución de la mujer dentro de la sociedad. Sin embargo, algunas feministas occidentales cuestionaron su legitimidad y lo despreciaron como militarismo o cooptación de grupos políticos. Las narrativas de los medios occidentales han interpretado esta lucha en forma despolitizada, exótica, o haciendo suposiciones generalizadas acerca del rechazo ‘natural’ de las mujeres a la violencia. Si los informes de los medios de comunicación fueron dominados por una mirada masculina, era en parte debido a la negativa de las feministas con este relevante tema. Una no puede menos que pensar que las mujeres militantes tomando sus asuntos en sus propias manos deteriora la capacidad de las feministas occidentales de hablar en nombre de las mujeres en el Medio Oriente, proyectadas como víctimas indefensas, lo que pueda ser una de las razones de esta hostilidad.
La lucha de las mujeres kurdas desarrolló una filosofía de autodefensa centrada en la mujer y se encuentra en el análisis intersectorial del colonialismo, el racismo, el nación-estatismo, el capitalismo y el patriarcado. La Teoría de la Rosa es una parte del pensamiento político liberacionista de la mujer del líder PKK Abdullah Öcalan. Él sugiere que, con el fin de llegar a formas no estatistas de autodefensa, no necesitamos mirar más allá de la naturaleza misma. Cada organismo vivo, una rosa, una abeja, tiene sus mecanismos de autodefensa para proteger y expresar su existencia -con espinas, picaduras, dientes, garras, etc. no para dominar, explotar o destruir innecesariamente otras criaturas sino conservarse y satisfacer sus necesidades vitales. Entre los seres humanos, sistemas enteros de explotación y dominación perpetúan la violencia más allá de la supervivencia física necesaria. Contra este abuso de poder, la autodefensa legítima debe basarse en la justicia social y la ética comunal con particular respeto a la autonomía de la mujer. Si dejamos de lado las nociones darwinistas sociales de supervivencia y competencia que bajo la modernidad capitalista han alcanzado dimensiones mortales y centradas en la interacción de la vida dentro de los sistemas ecológicos, podemos aprender de las formas de resistencia de la naturaleza y formular una filosofía de autodefensa. Para luchar contra el sistema, la autodefensa debe abarcar la acción directa, la democracia radical participativa y las estructuras sociales, políticas y económicas autogestionadas.
Junto con el Confederalismo Democrático liderado por el movimiento de la libertad kurda, se ha construido un sistema confederal autónomo de Mujeres Democráticas a través de miles de comunas, consejos, cooperativas, academias y unidades de defensa en Kurdistán y más allá. A través de la creación de una comuna de mujeres autónoma en un pueblo rural, la identidad, la existencia y la voluntad de sus miembros encuentran su expresión en la práctica y desafían la autoridad del estado patriarcal y capitalista. Además, la autonomía económica y la economía comunitaria basada en la solidaridad a través del establecimiento de cooperativas son cruciales para la autodefensa de la sociedad, ya que garantizan el auto sustento a través del mutualismo y la responsabilidad compartida, rechazando la dependencia de los Estados y los hombres. El cuidado del agua, las tierras, los bosques, el patrimonio histórico y natural son partes vitales de la autodefensa contra el Estado-nación y la destrucción del medio ambiente con fines de lucro.
Defenderse también significa ser y conocerse a sí mismo. Esto implica la superación de la producción de conocimiento racista y sexista que defiende la modernidad capitalista y que excluye a los oprimidos de la historia. La conciencia política constituye una lucha contra la asimilación, la alienación de la naturaleza y las políticas de Estado genocidas. La respuesta a la historia-escritura colonialista y socialista positivista, centrada en el hombre, es, por lo tanto, el establecimiento de academias de mujeres de base que promueven epistemologías liberacionistas.
Una lucha sin ética no puede proteger a la sociedad. A los ojos de las mujeres combatientes kurdas, ISIS no puede ser derrotado por las armas sino por una revolución social. Esta es la razón por la cual las mujeres yazidíes, después de haber sufrido un genocidio traumático bajo ISIS, formaron por primera vez en su historia un consejo de mujeres autónomo con el lema «La organización de las mujeres Yazidi será la respuesta a todas las masacres», junto a organizaciones militares de mujeres. En Rojava, junto con el YPJ, incluso las abuelas aprenden a manejar AK47’s y rotar entre sí la responsabilidad de proteger a sus comunidades dentro de las Autodefensas (HPC), mientras que miles de centros de mujeres, cooperativas, comunas y academias apuntan a desmantelar la dominación de los hombres. Frente a la guerra hiper-masculina del Estado turco, las mujeres kurdas constituyen uno de los principales retos al gobierno de un solo hombre de Erdogan a través de su movilización autónoma. Esencialmente, las mujeres de diferentes comunidades se han unido a ellas para construir alternativas femeninas a la dominación masculina en todas las esferas de la vida. Un concepto alternativo de autodefensa que no reproduzca el militarismo estatista debe ser naturalmente antinacionalista.
A diferencia de la violencia que apunta a subyugar al ‘otro’, la autodefensa es una dedicación y responsabilidad hacia la vida. Existir significa resistir. Y para existir de manera significativa y libre, uno debe ser políticamente autónomo. En un sistema internacional de violencia sexual y racial, legitimado por los estados-nación capitalistas, el grito de no violencia es un lujo para quienes se encuentran en posiciones privilegiadas de relativa seguridad, creyendo que nunca terminarán en una situación donde la violencia será necesaria para sobrevivir. Mientras que suene teorético, el pacifismo no hablará a la realidad de las masas de mujeres y asumirá así un carácter bastante elitista del primer mundo.
Si nuestras reivindicaciones de justicia social son genuinas, en un sistema mundial de formas de violencia que se cruzan, tenemos que continuar la lucha.
8 de marzo de 2017
/publicado en Open Democracy