La pandemia del coronavirus 2 del síndrome respiratorio agudo grave (SARS-CoV-2), que causa la enfermedad conocida como COVID-19, es una situación sin precedentes para la mayoría de nosotrxs. Nos encontramos ante una situación en el que nos arropa una incertidumbre producida por el desinterés, la inhabilidad, y/o la incompetenciadel gobierno colonial de llevar a cabo un programa de pruebas masivas. La pandemia tiene el potencial de producir consecuencias aún más catastróficas que el huracán María ya que, aunque aquello fue un evento climático sin precedentes en tiempos recientes, la mayoría de nosotrxs estábamos familiarizadxs con eventos de ese tipo. Esto es diferente. Esto no se ve, se puede ser asintomática, el impacto que tiene el virus depende de condiciones de salud preexistentes que a veces uno ni sabe que padece de ellas.Además, debido a la privatización de los servicios de salud, no nos podemos “dar el lujo” de enfermarnos porque el gobierno, y mucho menos los hospitales privados, no cuenta con los recursos ni el compromiso social, necesarios para cuidar a las personas que vivimos en Puerto Rico. Por otro lado, no sabemos cuándo esto acabará, ni cuándo podremos volver a abrazar a nuestros seres queridos sin miedo a sentenciarlos a muerte. 

Lo más aterrador, nos parece, es que conocemos demasiado bien la manera en que el Estado moderno/colonial aprovecha estas coyunturas para adelantar su agenda de privatización, enriquecimiento, corrupción y, en el proceso, lleva a cabo el desplazamiento forzado y lo que podría considerarse como asesinatos masivos. Es decir, el Estado aprovecha estas coyunturas para adelantar su agenda de colonialismo de asentamiento (settler colonialism). 

A continuación, incluimos algunos comentarios que surgen desde la cuarentena. Estos no pretenden ser exhaustivos, sino reflexiones que surgen como mecanismo para intentar darle sentido al contexto actual, lidiar con el estrés, la ansiedad, la incertidumbre y seguir proponiendo otras formas de vida y convivencia fuera de las lógicas del sistema-mundo capitalista.

Parte I

Resistir los llamados a la productividad

El capital, para tratar de minimizar el impacto a sus ganancias, ha buscado formas para dar un sentido de normalidad y exigir los mismos niveles de productividad. Se han implementado medidas para trabajar desde la casa, se han repartido equipos, las empresas multinacionales han optimizado sus sistemas de internet y red privada virtual (“VPN” por sus siglas en inglés) para exigirle a sus empleados que sigan trabajando como si nada. Hemos internalizado las exigencias del capitalismo de tal manera que nos auto-explotamos. Nosvemos llamados a adelantar proyectos investigativos, la movida hacia dar cursos en línea, y demás. Estamos en medio de una pandemia. Debemos cuidar nuestra salud física, mental, emocional, y espiritual primero. Hay personas que se emergen en el trabajo para manejar la ansiedad y el estrés, hay personas que lo que quieren es dormir y ver series. Ambos están bien. Pero cumplir con las expectativas de productividad ahora puede resultar en la normalización de nuestra situación actual. Si el profesorado hace un trabajo estupendo en dar clases en línea, por ejemplo, ¿qué haría la administración de la UPR cuando salgamos de la pandemia sino moverse hacia un modelo completamente en línea, reduciendo la cantidad de plazas y hasta cerrar recintos para reducir gastos?

Repensemos la tecnología

Las medidas de distanciamiento físico y cuarenta que se han impuesto a nivel global pone en relieve la necesidad de desarrollar plataformas de comunicación y colaboración que no estén ordenados por lógicas coloniales y capitalistas. Las medidas de prevención impuestas por los gobiernos significan la mediación total de la intersubjetividad a través de estas plataformas. No debe sorprendernos entonces que Zoom, la plataforma que parece ser utilizada con mayor frecuencia en estos días, le esté proveyendo información de, y sobre, sus usuarios a Facebook. Es la mercantilización y vigilancia de toda relación social. Entonces, ¿cómo supone que nos organicemos desde la cuarentena para hacerle frente a las medidas totalitarias y al chanchulleo de nuestro gobierno colonial si estas plataformas les entregan nuestra información a las instituciones gubernamentales, como la policía? ¿Se podría pensar en un “verano boricua” desde la cuarentena? Para eso habría que repensar la manera en que desarrollamos estos artefactos tecnológicos, a nivel de hardware y software, como también habría articular y desarrollar tácticas de lucha en el plano cibernético.

Deshacernos del mito de la modernidad euro-norteamericana

La crisis del COVID-19 pone en relieve la farsa del mundo de la modernidad euro-norteamericana. Ha dejado al descubierto que la única prioridad de la clase dominante de los Estados Unidos es salvaguardar la economía para salvaguardar su capital. Su lema, profit over people, se ha manifestado de manera cruda y concreta durante esta pandemia de tal manera que lxs trabajadorxs en las áreas de ventas (eg., supermercados y panaderías) son vistxs como desechables. Se les tildan de “héroes”, cuando realmente son la ofrenda sacrificial para el dios dólar. Por otro lado, la incapacidad de poder cerrar puertos y recibir ayudas internacionales ya sea en forma de personal o equipos médicos deja al desnudo la urgencia de atender el estatus político del país. De igual manera, la falta de una economía nacional sólida que en cambio pueda garantizar un sistema de salud pública amplifica exponencialmente los efectos de la pandemia. Independientemente del rumbo que quiera coger el país, definitivamente debemos dejar de mirar hacia el norte y comenzar a buscar otros referentes.

Deshacernos del dualismo humano/naturaleza

La pandemia ha confirmado la necesidad de extirpar de nuestra cosmovisión la noción de “naturaleza” como objeto externo al sujeto humano. Es decir, habría que tejer la escisión producida entre mente y cuerpo, sujeto y objeto, inaugurado por René Descartes con su dualismo. El dualismo cartesiano sentó las bases para la explotación de la tierra sin más ya que la destrucción de la “naturaleza” no afecta al sujeto humano porque es externo a él (el pronombre masculino es intencional, pues, en la concepción cartesiana lo que no es hombre – mujeres blancas, varones y féminas racializadas – queda relegado al ámbito de la “naturaleza”). Esta manera de relacionarnos a nuestro entorno es propia de la modernidad europea que se inauguró con la conquista de Abya Yala y se desarrolló a plenitud con el pensamiento de Francis Bacon, Descartes, y John Locke. Resulta que ahora investigadores se están planteando la posibilidad de que la destrucción de la tierra a la escala que exige el capitalismo global produce las condiciones óptimas para el surgimiento de pandemias como la del COVID-19. Incluso, se ha producido una nueva disciplina: salud planetaria. ¿Cómo entonces podríamos reordenar nuestras comunidades de tal manera que no tan solo limiten la destrucción de la tierra, sino que la regeneren?

Deshacernos del individualismo solipsista de la modernidad euro-norteamericana

Las lógicas de la colonialidad/modernidad euro-norteamericana nos han convencido de que somos sujetos individuales, responsables solamente por nosotrxs mismxs. La pandemia nos ha mostrado, de una manera tan nefasta, el peligro de esa postura. Las medidas de cuarentena y distanciamiento físico, los llamados a lavarse las manos con frecuencia y demás pone en relieve la inevitabilidad de la interdependencia de nuestra salud; que la salud mía depende de la salud de mi vecino, que la salud de mi vecino depende de la de su compañera de trabajo, etc. Habría que pensar de qué manera podemos reorganizarnos de tal manera que se tome cuenta nuestro carácter comunitario, lo que incluye toda vida, y no tan solo la vida humana. Habría que luchar por un sistema de salud pública que ofrezca servicios médicos de manera gratuita. Los argumentos basuras de algunas personas de clase media – de corte “si yo tengo que pagar por mi plan médico, que pague todo el mundo” – es absurdo. ¿De qué vale el plan médico privado si la persona que me sirve la comida, o me la prepara, en el restaurante, por ejemplo, no tiene? Por otro lado, tenemos que luchar por un sistema de renta básica universal tal que podamos garantizar una vida digna incluso cuando los mercados globales ardan en llamas.

Parte II

Desde hace varios años la cultura popular, en especial las películas y las series de televisión donde se presenta un mundo distópico, se han vuelto cada vez más comunes; ya sea por zombis, meteoritos, pandemias o maremotos, la noción del fin del mundo ha sido una constante en nuestro mundo moderno. Si a eso le sumamos el calentamiento global cada vez más presente en nuestras vidas, principalmente en el Caribe, tenemos la combinación perfecta para resignarnos que nuestros días en este planeta están contados y los pocos que nos quedan serán aterradores. Por lo tanto, al parecer, solo nos queda aceptar modos de vida y convivencia más restrictivos, de gobiernos cada día más autoritarios, para poder pasar la hecatombe.

Sin embargo, y aquí recordando el discurso de Gabriel García Márquez “La soledad de América Latina”, frente al pesimismo y al horror que nos proponen las sociedades occidentales nos toca buscar, inventar o crear, alternativas que terminen con el sistema-mundo que genera, día a día, la distopia.  Pero para poder hacerlo hay que pensar desde los márgenes del sistema, desde otras concepciones de la vida, desde las experiencias y cosmogonías de lxs otrxs. Estas cinco claves que se presentan a continuación pretenden explorar y conocer algunas de estas.

Análisis situados/ Propuestas atemperadas: “¿Cómo es posible que el canon de pensamiento en todas las disciplinas de las ciencias humanas […] se base en el conocimiento producido por unos cuantos hombres de cinco países de Europa occidental?” (Ramón Grosfoguel)

Para comenzar, una de las principales propuestas de las teorías decoloniales es analizar y estudiar las coyunturas políticas y sociales desde nuestros lugares. Nuestros tiempos y espacios deben ser nuestro punto de partida, nuestro epicentro, para entender nuestras dinámicas sociales, políticas, económicas y culturales, para buscar propuestas y alternativas situadas en nuestra realidad concreta. Si bien en un mundo globalizado las experiencias se pueden compartir, e incluso comparar a grandes rasgos, las concepciones y análisis coyunturales dependen de soluciones situadas. No hay un solo método de análisis y, por lo tanto, no todas las soluciones son, o tienen que ser aceptables, para todas las personas del planeta.

Humanidad radical: “humanismo a la medida del mundo” (Aime Cesaire)

Una de las grandes aportaciones de Frantz Fanon a las luchas sociales, y anticoloniales, fueron sus investigaciones y escritos sobre las psiquis de las poblaciones colonizadas. Fanon más allá de analizar la imposición de una civilización y estructura social sobre otra, señala que el sometimiento de un grupo de personas frente a otro es un factor esencial para conocer la raíz del orden social “universal”, racista y colonial, impuesto a partir de 1492. La construcción de América y la deshumanización de sus habitantes, y posteriormente de las poblaciones esclavizadas africanas, han marcado las relaciones políticas y económicas del mundo moderno. Por eso, frente a este sistema-mundo, urge construir una nueva humanidad, una humanidad radical organizada desde los márgenes de nuestra sociedad moderna. Para Fanon el humanismo radical es uno revolucionario que fomenta la lucha en contra de la opresión. Un humanismo enraizado en la dignidad de la vida de todas las personas, en especial la de aquellas a las que el sistema les ha negado su humanidad. Un pensamiento muy arraigado al Caribe desde la primera constitución haitiana de 1804.

Afrofuturismo: “If you can imagine it, you can create it…” (William Arthur Ward)

Este movimiento, impulsado por el músico Sun Ra en la década de los noventa, ha ido nutriéndose a lo largo de los últimos años a través de los diferentes movimientos artísticos que han presentado alternativas esperanzadoras a las narrativas distópicas a través del arte y la literatura, en particular en los textos de ciencia ficción. Para el intelectual Reynaldo Anderson, “el afrofuturismo desestabiliza análisis previos de lo negro […] permite crear nuestro propio lugar en el futuro”; por eso, si en el mundo moderno se ha invisibilizado lo afro y hasta se les ha negado la humanidad hay que construir otro(s) mundo(s) y ahí es donde la ciencia ficción se convierte en un elemento indispensable para el afrofuturismo. Se rompe con un sistema-mundo opresor para imaginar/crear otro(s), en palabras de Ramatoulie Boob, “la ciencia ficción vuelve posible lo imposible”. Por eso, el afrofuturismo se puede ver como una ruptura completa con las leyes y dinámicas de la sociedad moderna.

Por su lado, Ingrid LaFleur explica en su ponencia “From the Drexicya to Mars: An interplanetary water mission”, cómo el movimiento afrofuturista impulsa la justicia social a través de las nuevas tecnologías. Por lo tanto, en vez de ver la tecnología como enemiga de las personas y la naturaleza, se presenta como una herramienta de liberación. LaFleur sostiene que el afrofuturismo es un mecanismo para descolonizar la mente, es una herramienta de liberación colectiva centrada en la liberación negra. 

Buen vivir: “yo soy si tú eres” (Enrique Dussel)

El concepto del buen vivir, es un concepto indígena que acumula los diferentes elementos necesarios de una vida digna para las personas. Obviamente, no desde la perspectiva occidental, sino de las civilizaciones indígenas y, por lo tanto, la relación con la comunidad y el medio ambiente son una parte imprescindible. En su ponencia sobre el Buen Vivir, Enrique Dussel explora la radicalidad de este concepto ya que no es buena vida, cuya definición varía del lugar donde se esté, sino “vivir”, como una acción, comenta Dussel, la vida como una acción que no solo depende de la vida de las personas en comunidad sino también en relación con el cosmos, al todo. El Buen Vivir exige que pasemos “del mundo secularizado de la explicación científica al mundo encantado de la resimbolización”, subraya Dussel. Requiere tener una concepción distinta de la existencia misma de los seres humanos en relación con el todo. Exige romper con las epistemologías occidentales y acercarse a otros saberes desde nuevas lógicas.

Mestizaje de saberes: “[Mestizaje] múltiples diferencias culturales que no se funden, sino que antagonizan o se complementan” (Silvia Rivera Cusicanqui).

Durante muchos años, e incluso hoy en día, la lectura que se hacía sobre Malintzin, La Malinche, la mujer que se “amancebó” con Hernán Cortés en la colonización de México, fue la de vendepatria. Sin embargo, muchas feministas mexicanas empezaron a hacer otras lecturas de esta figura histórica considerando las circunstancias en las que se encontraba Malintzin cuando los españoles invadieron México. Una mujer que fue vendida como esclava entre las diferentes civilizaciones indígenas y que terminó como intérprete de Cortés con quien tuvo un hijo, se dice que el primer mestizo de la conquista de México. Lo cierto es que haya sido la primera o no, no fue la única, por eso hay que estudiar las circunstancias del mestizaje desde sus múltiples aspectos y particularidades, sin ignorar que este ha tratado de invisibilizar las poblaciones y culturas indígenas y afrodescendientes, o que se ha utilizado para imponer una sola visión a una población plural sin tomar en cuenta los privilegios de sectores particulares. En la entrevista “Los saberes compartidos”, Silvia Rivera Cusicanqui propone entender el mestizaje como un elemento que ha sido violento y que se ha utilizado como mecanismo de blanqueamiento, pero también como un acto de supervivencia y resistencia de muchas mujeres. Rivera Cusicanqui explica cómo dentro de esos espacios compartidos entre mujeres se van entretejiendo saberes que coexisten, o se contraponen, donde se ha construido una tercera república, la mestiza, la que no es ni indígena ni española. Rivera Cusicanqui distingue el mestizaje de los multiculturalismos neoliberales ya que estos “han producido una noción cercada de etnicidad”, delimitadas por fronteras, frente a la propuesta de mestizaje femenino en donde las mujeres construyen tejidos, con “hilos de diferentes lugares y culturas”.

Esta última clave, por lo tanto, nos invita a entretejer las 5 claves para repensarnos, reorganizar y re-imaginar nuestros posibles futuros desde otras lógicas. Si bien todos estos conceptos están pensados desde espacios particulares, para atender necesidades concretas, y crear alternativas específicas, cabría preguntarnos cuál podría ser la clave decolonial para el Puerto Rico del siglo XXI.

Vanesa Contreras Capó es activista, feminista, inmigrante y cofundadora de la Colectiva Feminista en Construcción. Trabaja como catedrática auxiliar en el Departamento de Lenguas Modernas de la Universidad Interamericana de Puerto Rico donde también es integrante del Centro Interdisciplinario de Investigación y Estudio del Género (CIIEG) y del Centro de Educación, Conservación e Interpretación Ambiental (CECIA). Su área de interés es la intersección de opresiones de raza, clase, género, lugar de origen y especie.
 
Pedro Lebron Ortiz. Estudiante doctoral de Teoría Crítica en 17, Instituto de Estudios Críticos. Posee un bachillerato en Ingeniería Mecánica de la Universidad Politécnica de Puerto Rico y una maestría en Filosofía de la Universidad de Puerto Rico, Recinto de Río Piedras. Trabaja como ingeniero en la empresa privada y hace filosofía en su tiempo libre, y mientras trabaja también. Ha impartido cursos de diseño, tecnología aeroespacial, y filosofía en la Universidad de Puerto Rico, Recinto de Aguadilla con el Departamento de Tecnología y Ciencias Aplicadas y el Departamento de Humanidades.
[*] La versión original de este texto fue publicada como el panfleto “Coronavirus y colonialidad. 10 comentarios desde la cuarentena.” (Red Teorizando el Giro Decolonial, 2020), http://www.girodecolonialpr.org/. Fue publicada además como “10 comentarios desde la cuarentena en clave decolonialidad.” (80grados, 24 de abril de 2020), https://www.80grados.net/10-comentarios-desde-la-cuarentena-en-clave-decolonialidad/.
[1] Bobb, R. explica en su Ted Talk “All Stories Matter: The Need for Afro-Futurism” <https://www.youtube.com/watch?v=cCbh4bHKqoc
[2] Dussel, E. “Ponencia de Enrique Dussel en el Primer Congreso del Buen Vivir: Poder, Estado, Autonomías, Colonialidad y Violencia”, en Puebla, México. <https://www.youtube.com/watch?v=ieRwuIurppo
[3] Entrevista a Silvia Rivera Cusicanqui, “Los saberes compartidos” <https://www.youtube.com/watch?v=g3DUsv7udNs
[4] García Márquez, G. “La soledad de América Latina” <https://e00-elmundo.uecdn.es/especiales/cultura/gabriel-garcia-marquez/pdf/discurso_gabriel_garcia_marquez.pdf
[5] Grosfoguel, R. “Racismo/sexismo epistémico, universidades occidentalizadas y los cuatro genocidios/ epistemicidios del largo siglo XVI” <http://www.revistatabularasa.org/numero-19/02grosfoguel.pdf
[6] LaFleur, I. “From the Drexicya to Mars: An interplanetary water mission” <https://www.youtube.com/watch?v=Z5PIVt6mCFg
[7] Pedregal, R. “¿Qué es el Buen Vivir”? <http://www.resumenlatinoamericano.org/2017/03/19/ecuador-que-es-el-buen-vivir/
[8] The Tricontinental, “Frantz Fanon: el brillo del metal” <https://www.thetricontinental.org/es/dossier-26-fanon/